Había un perro debajo de un carro, vino otro perro y le mordió el rabo. Corre, corre por la calle arriba, corre, corre por la calle abajo.

Si al leer este trabalengua notó que arrastraba la R no se sienta mal, usted no está solo. Son muchos los puertorriqueños que presentan este fenómeno lingüístico a lo largo de nuestra islita.

Esa llamada R arrastrá, que tanto escuchamos cuando alguien menciona palabras como rosa, arroz y parroquia, y que despachamos simplemente como una “mala forma de pronunciar” de aquellos que viven en el norte o el centro de la Isla, es una característica del lenguaje boricua muy generalizada en la población que nada tiene que ver con un área geográfica específica y mucho menos con el nivel educativo o socioeconómico de aquellos que lo presentan.

Un estudio realizado por la estudiante de doctorado de las instituciones Ludwig-Maximilians Universität y Université de Paris ä, Nauterre, Carolin Graml, es tan revelador, al punto que destaca que el 85% de los puertorriqueños que entrevistó utilizaron la R velar —como se llama el fenómeno lingüístico—, o mejor dicho arrastraron la R.

Con la investigación, Graml desmitifica el tema y arroja luz sobre muchas de las interrogantes que lo acompañan.

Graml, una alemana, destaca tres grandes hallazgos. El primero, que el 85% de los participantes en su estudio arrastraron la R al menos en una ocasión durante el proceso, que incluyó cuatro partes: la lectura de una lista de palabras con la letra R, la lectura de un poema de José de Diego y dos entrevistas, una formal individual y otra informal grupal.

Los otros dos descubrimientos fueron la baja autoestima de los boricuas por las destrezas fonéticas y del lenguaje, y lo excesivo de las operaciones quirúrgicas para “solucionar el problema” que, aunque no lo crea, se hacen en Puerto Rico y no evitan que se arrastre la R.

A diferencia del frenillo, que ocurre cuando la membrana que sujeta la lengua por la parte inferior se desarrolla demasiado e impide la pronunciación libremente de varios sonidos como el de la R , la S, la T y la N, y que se puede corregir con una cirugía, la R velar no se soluciona con un bisturí porque no es un problema físico.

“No puedo llegar a una conclusión (de por qué se da el fenómeno). Lo que puedo decir es que la R es uno de los sonidos más difíciles de pronunciar, inclusive es el último sonido que aprenden los niños. También pronunciarlo como erre es más fácil”, explicó Graml, quien hoy presentará los hallazgos de su estudio al Departamento de Lingüística de la Universidad de Puerto Rico a las 4:30 de la tarde.

“Tiendo a pensar que ha sido una evolución natural de la R, parte de la evolución del lenguaje”, agregó la alemana en un perfecto español.

Los estigmas

A juicio del profesor de lingüística y catedrático de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, Luis A. Ortiz López, lo único “malo” con el fenómeno es que no es la pronunciación establecida por el sistema.

“Hay un estigma alrededor de la R velar porque rompe el paradigma del sistema. Lo conservador es lo que tiene prestigio y está considerado correcto. No hay nada malo con ese sonido y ningún dato objetivo que lo desmerezca, sólo subjetivos como que es feo y desagradable”, dijo Ortiz López.

“No se puede exterminar porque es un rasgo fonético y no una anomalía física”, insistió.

Graml espera que con los datos obtenidos con su investigación los puertorriqueños se puedan sentir orgullosos de la forma tan particular de pronunciar la R, que sólo está mal si se dejan llevar por el purismo de los románticos del lenguaje.

“Quisiera que los puertorriqueños se sientan tan orgullosos de su lengua como lo son de su música, su comida y su cultura”, concluyó Graml.