Sonia Negrón y Tania Robles no sabían lo que era sentirse bien de salud.

Ambas, una con múltiples condiciones como fibromialgia, dolores de cabeza incapacitantes y artritis, y la otra paciente de cáncer de mama, se veían atadas a medicamentos que no les daban alivio y drenaban sus bolsillos. 

En el caso de Sonia, hubo veces que su plan no le cubría los medicamentos, teniendo que hacer malabares para conseguir en ocasiones hasta $400 por uno solo. 

Ahora, paga cerca de $80 gracias al tratamiento de cannabis que, poco a poco, ha ido reemplazando su pastillero. 

“He ido haciendo la transición poco a poco, porque no se puede hacer de golpe, pero siento menos dolor y esos dolores de cabeza que me mandaban a emergencias dos veces al mes se han ido”, dijo la enfermera de profesión. 

Tania, empresaria y madre de dos, nunca pensó en que recurriría al cannabis para mitigar los efectos de la quimioterapia que la dejaban inapetente y deprimida.

“De muchacha probé la marihuana, lo acepto, pero no creo en las drogas. Por eso al principio estuve reacia a consumir cannabis, pero es lo único que me ha ayudado. Por mis hijos y mi paz mental, la consumo y tengo mucha confianza en está compañía porque sé que el producto es seguro y legal”, destacó Robles.

NextGen Pharma, una planta procesadora en Toa Baja, tiene estrictos controles de acceso y calidad. Allí las plantas son cultivadas y su extracto monitoreado con precisión, de manera que el producto cumpla su función de ayudar a los hasta 500 pacientes certificados que acuden a la empresa a buscar su tratamiento. 

Durante una visita para los medios noticiosos, se mostraron brevemente las plantas, bajo bombillas de calor y rodeadas de mallas para contener su crecimiento. El olor a extracto de cannabis era intenso, una mezcla entre grama recién cortada y limón.

Tras un recorrido por la planta (al que no tuvo acceso la prensa) los secretarios de Hacienda, Salud y Agricultura se mostraron satisfechos con la producción y controles de calidad.