“Yo le tengo obediencia a Dios y a la justicia también,  pero cuando hay  injusticia, entonces hay que desobedecer una  ley inmoral y una  cosa inmoral como era la situación de Vieques”.

De esta manera, sor  Carmen González Arias, religiosa de la Orden de la Divina Providencia,  explicó las   razones   que la impulsaron  a hacer desobediencia civil, no en una, sino en tres   ocasiones durante la campaña para sacar a la Marina de  la Isla Nena. 

La monja,  quien no responde a la visión estereotipada que se tiene de una religiosa, tiene un carácter jovial y un sentido de humor notable.

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Usted es una reincidente.

 Sí, porque decía trespassing.

¿Usted es una monja subversiva?

Seguro que sí. Yo protesté por el gasoducto también y, si tengo que  acostarme en la pista del aeropuerto, también lo voy a hacer. Hay que  defender lo de uno.  Dios nos puso aquí por una razón, y esa razón es para que nos defendamos unos a otros y no permitamos el abuso. En paz, siempre en paz.

 “Un subversivo es quien se rebela  ante las cosas que  no son justas para el bien común. En ese sentido se puede decir que Jesucristo fue subversivo”, precisó.

Sor Carmen explicó que desobedeció una ley inmoral porque “las tierras se obtuvieron de forma no adecuada, explotando al pueblo de Vieques, maltratando a su gente y alquilando ese terreno a  otros ejércitos para que practicaran”.  

La diócesis de Caguas planificó la participación que tendrían en Vieques, estableciendo un campamento.

“Usted sabe que el obispo Álvaro Corrada era especial en toda esta situación. Fuimos preparándonos. Hicimos un boletín explicándole al pueblo lo que era desobediencia civil”, detalló.

¿Qué los movía?

La injusticia que estaba ocurriendo porque la Marina estaba bombardeando, disparando a diestra y siniestra sin respetar al pueblo. Si a  usted le pasan unos aviones, por encima a un pueblo, lleno de bombas y le disparan cerca de  una escuela donde hay niños, eso  va destruyendo la  moral de un pueblo. Y sobre todo los niños. Además de la contaminación. Eran más importantes los pelícanos de  la Florida que la población de Vieques.

La primera vez que sor Carmen retó a la Marina más poderosa del mundo fue el 4 de mayo de 1999.  Su segundo arresto ocurrió el 4 de agosto de 2000, cuando entró  al polígono de tiro en la profunda oscuridad de la noche, junto con un  grupo de 31 mujeres. El tercer arresto fue en abril de 2001. 

Esta vez la encadenaron de pies y manos.

  “Se  siente fatal estar encadenado. Yo tenía falda y la cadena me molestaba en los tobillos y así  subí las escaleras de la federal”.

¿Qué siente un  ser humano encadenado?

Ellos son los que están perdiendo. Yo estaba encadenada, pero era más libre que todos ellos porque yo estaba allí haciendo lo que yo quería por la libertad de Vieques. Estaba tranquila con mi conciencia.

 Una magistrada federal la sentenció a tres meses de prisión por reincidir y afirmar que volvería a hacerlo. 

“Yo dije  en mi alocución que en cualquier momento iba a entrar a Vieques y, si tenía que  hacer desobediencia  civil, la hacía otra vez. Yo usé dos ejemplos: las veces  en que Jesucristo desobedeció las leyes y las mujeres que, según el  Viejo Testamento,  desobedecieron al faraón que quería  matar a  los niños”, según le indicó a la magistrada. 

Le expuso  que, como   hermana de la   Orden de la  Divina  Providencia –cuyo fundador fue un  obispo  alemán que promulgaba la justicia social–,  no  podía quedarse con los brazos cruzados ante un abuso.

“Le dije: ‘Yo la invito a Vieques para que vea cómo viven los niños  y le aseguro  que  se va a inhibir de todos los casos de desobediencia’”.