Se suponía que la visita del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, era para observar de primera mano las comunidades que sufrieron severos daños tras el azote del huracán María. 

En cambio, el mandatario estadounidense compartió brevemente con un puñado de residentes de la urbanización Muñoz Rivera en Guaynabo, donde los daños eran evidentemente mínimos en comparación con la devastación provocada por el fenómeno atmosférico en otros puntos de la isla.

Algunos de los vecinos que recibieron a Trump frente a sus residencias se cuestionaban hoy las razones que motivaron al presidente y su equipo de trabajo para llegar a dicha comunidad. Incluso, aseguraron haber exhortado a Trump trasladarse a pueblos con mayor devastación.

Aunque describió la visita a la calle Camilia como “magnífica”, Raúl Cardona recordó haberle dicho al presidente “que debía visitar las áreas del centro de la isla que había gente sin comida, sin agua, que había muerto mucha gente, que esto no era nada comparado con lo que había en el resto de la Isla”.

El hombre, que reside junto a su esposa, Elba Otero Nazario, no sufrió daños en su residencia. Un árbol frente a la vivienda, sin embargo, sucumbió a los fuertes vientos de María.

¿Por qué ustedes creen que visitaron Guaynabo y no se fue directamente a esas áreas donde hay mayores daños?, se le preguntó a Otero Nazario.

“Amor, me hago esa misma pregunta. Esa es la pregunta de los 64,000 chavitos. No sé. A menos que quisiera ver algo del área metropolitana”, respondió.

La pareja admitió estar impresionada positivamente por la accesibilidad demostrada por el presidente Trump. “Nos sentimos muy a gusto, satisfechos, nos sentimos como en familia, como una persona que venía (a preguntar) ‘¿cómo están? ¿están bien?’”, manifestó la mujer.

Por otra parte, Alejandro Mora, de 35 años, no tuvo oportunidad de conversar con Trump. El presidente, de hecho, ni siquiera le preguntó cuáles fueron los daños y pérdidas en su residencia. La casa perdió el techo y la puerta del garaje.

Empero, Mora señaló que sí dialogó brevemente con el teniente general Jeffrey Buchanan, designado como principal enlace militar con la Agencia Federal de Manejo de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) y quien lidera las tareas de emergencia en la isla.

“Tuve un intercambio con el general Buchanan y le expliqué que, dentro de todo, hay gente que necesita realmente ayuda. Él dijo que estaba consiente de eso. La familia de mi esposa es de San Sebastián, y le hice referencia a San Sebastián. Él sacó una libreta que tenía en el bolsillo con un mapa de Puerto Rico y le enseñé dónde era San Sebastián. Me dijo que iba a estar yendo allá a verificar y que había ido a Utuado y que (la situación) era ‘so sad’ (muy triste) y que Vieques y Culebra eran ‘so sad’”, detalló.

Mora, quien recibió la visita presidencial en compañía de su esposa, Sol Illas, y de su hijo de 6 años, Gael, opinó que el comandante del Ejército Norte “se nota que sí está preocupado y sí quiere ayudar” a Puerto Rico.

El vecino de la calle Escarlata de la urbanización Muñoz Rivera explicó que la inspección de la zona por parte de las autoridades federales y el Servicio Secreto inició el domingo. Inicialmente, éstos se hicieron pasar por personal de FEMA. Sin embargo, no fue hasta hoy que les notificaron oficialmente que recibirían la visita de Trump.

“Como a las 9:00 a.m., llegaron como 15 policías en motoras y uno dijo ‘estamos frente a Escarlata 24’ y José (Fuentes), el muchacho que se identificó como de FEMA, nos dijo cuál era la situación real, que el presidente iba a venir a estas residencias”, relató.

“Es una cosa de película, muchas guaguas de agentes federales acordonaron el área. No podías pasar del perímetro. A todas las personas nos escanearon por si teníamos armas. Si estábamos fuera de la residencia, no podíamos entrar y si estabas adentro, no podías salir. Ahí, sobrevoló el helicóptero del Coast Guard (Guardia Costera) y, de repente, apareció el convoy de guaguas, militares y el Servicio Secreto”, abundó.

Mora resaltó la candidez y atención de la primera dama de Estados Unidos, Melania Trump.

Su vecina, Adelaida Giribaldi, también se cuestionaba hoy por qué su hogar fue seleccionado para la visita. “Les preguntamos (al Servicio Secreto) porqué si había otros sitios más devastados venían acá. Él me dijo que a esos sitios no podían llegar por carro…”, apuntó.

Los inclementes vientos de María volaron el techo del segundo nivel de la casa que la mujer comparte junto a su esposo, Héctor M. Sotomayor, y sus dos hijos. Ese espacio sirve de salón de entrenamiento de artes marciales para niños de educación especial.  

“Él (José Fuentes, del Servicio Secreto) me dijo que la preocupación es por los niños de educación especial que nosotros atendemos”, explicó Sotomayor, maestro de artes marciales, sobre las posibles motivaciones del presidente estadounidense para detenerse en su hogar.

De igual forma, la pareja celebró la visita de Trump y la primera dama estadounidense. “Nos sentimos complacidos de que por lo menos pudimos expresar nuestras necesidades e inquietudes”, manifestó Sotomayor.

El presidente norteamericano permaneció en Puerto Rico menos de cinco horas antes de partir hacia la Casa Blanca.