“Somos de los tantos que hemos perdido todo”.

Con esa frase, Marta Pérez y Harry Santiago comienzan a relatar la historia de cómo su vida se tuvo que transformar y reinventar en medio de la crisis económica de la Isla. 

La pareja de más de 35 años de casados tenía una vida cómoda. Él trabajaba en la empresa privada, mientras ella era ama de casa. A principios del 2000, cuando ya pensaban en el retiro y el descanso, Santiago se quedó sin trabajo y sin la posibilidad de un retiro seguro.  

“Estar en un trabajo cómodo, -que llegué a ganar hasta $150,000 anual-, a luego no tener nada, ver mi cuenta en cero; tener solo lo suficiente para comprar un combo en una cadena de comida rápida para los dos, fue uno de los momentos más difíciles”, recuerda Santiago, quien fue director de publicidad de los Supermercados Pueblo en la Isla. 

Para entonces, Pérez  recurrió a limpiar casas y cuidar ancianos, mientras que su esposo se encargaba de los patios. 

“Él cogía la podadora y yo el trimmer; trabajo es trabajo”, reafirma la mujer.

En el 2010, una pequeña iniciativa les permitió crear lo que pronto sería un negocio familiar. 

Durante el Festival Nacional de Café de Yauco de aquel año, la pareja decidió montar una carpa para vender café y donas. De allí, nació la idea de El Café de Marta. 

Seis años más tarde, el negocio, ubicado en el Nuevo Terminal de Transporte Colectivo, es un ícono del pueblo yaucano. Los desayunos y almuerzos atraen la clientela de Puerto Rico y visitantes del extranjero. 

“Es increíble cómo hoy vienes aquí, ya al otro día Marta te reconoce y ya sabe tu nombre y tu orden. Te pregunta: ¿lo de siempre? El trato que uno recibe es único”, comentó William Rivera, cliente fiel del local.