En los últimos dos días han llegado más de 3,000 personas a los refugios del Municipio de Toa Baja.

Sin embargo, mucho de estos dejaron sus medicamentos en los hogares, por lo que ahora no tiene manera de estar al día con sus recetas.

Ayer, Carlos Olmedo, director de la Oficina de Planificación del Municipio confirmó que “las personas que son diabéticas necesitan insulina, otros, medicamentos para el asma, para condiciones del corazón. Las personas que necesitan diálisis, hacen días que no se dan diálisis y no tenemos los recursos aquí”.

Ayer, en el Centro Gubernamental llegaban decenas de personas buscando ayuda. Allí mismo se está haciendo una lista de las personas que necesitan medicamentos.

“La petición es al Departamento de Salud, a los hospitales. Tenemos gente aquí refugiadas que necesitan medicinas; gente de metadona que ya están pasando la dósis y los tenemos en casas familiares o en algunos sitios encerrados para que no se pongan violentos”, explicó.

Olmedo pidió “que por favor envíen gente del Departamento de Salud con medicina para trabajar esa población”. 

Indicó que el hospital Pavía, en ese pueblo, se comprometió a trabajar con ellos pero perdió su techo y tuvieron que sacar el equipo y no hay hospital.

“Así que no tenemos aquí una fuente cercana. Las medicinas las podemos repartir aquí una vez nos lleguen. Pero la gente que está en crisis ya las estamos movilizando a la Oficina de Manejo de Emergencia para llevarlas a distintos hospitales. Llevamos dos días sin medicinas”, agregó.

Mientras, el alcalde Bernardo “Betito” Márquez se unió al llamado y dijo que necesitan voluntarios y donaciones”.

“Tenemos un centro de acopio en el coliseo de Toa Baja. Todas las personas que puedan traer comestibles, ropa, incluso comida para perros, agua… Nos quedamos sin abastos de agua”, mencionó al indicar que ayer esperan que el Gobierno Central le suministrara.

Precisamente ayer visitamos el refugio ubicado en la Escuela Francisca Dávila Semprit, en Sabana Seca, donde hay 154 personas y 20 mascotas.

Además de agua, muchos dijeron que también necesitan hielo para guardar los medicamentos que necesitan ser refrigerados.

Leslie Centeno, empleada del Municipio a cargo del refugio, mencionó que “lo más apremiante es tener agua, tanto potable como en los drones, para el servicio sanitario…”.

Los refugiados se han encargado de mantener el refugio al día, incluyendo el alimentar y cuidar a los perros y gatos que tienen en un salón contiguo.

Allí hay doce familias que tienen a muchos muchos de sus miembros en el lugar. Algunos hasta doce de estos. 

En la escula hay personas hasta del sector Levittown, que se afectó también por las inundaciones.

En cuanto al alimento que sirven, dijo que Comedores Escolares les suple pero se están quedando sin el desayuno.

“Estamos haciendo las gestiones para que nos puedan donar y darles el servicio”, aceptó.

Centeno junto al también empleado municipal Ricardo Colón están todo el tiempo atendiendo a los refugiados.

Una de las familias que está en el lugar es la de María Sánchez, quien tiene a su mama y el esposo de esta, a su esposo, sus dos hijos y su sobrino.

Se refugiaron luego que pasara el huracán, el jueves en la tarde, porque se le inundaron sus hogares.

La familia dice que está tranquila, “sentimos que estamos a salvo y nos han tratado muy bien”. 

Todos en el lugar se encargan de mantenerlo impecable y hasta conocen a nuevos vecinos, que están en el catre más cercano.

También tratan a los administradores con mucho cariño.

“Hoy (ayer) fueron temprano a la panadería y nos tenían café, pan… De verdad que ha sido una experiencia maravillosa…”, decían intercalando palabras los administradores Centeno y Colón.

Por su parte, Pablo Merced Andino del barrio Ingenio, aceptó que “lo bueno es que estamos vivos… Gracias a Dios nos han recibido bien y pa’ lante a lo que Dios quiera”.

Una que dijo que busca una respuesta a su situación es Nélida Vázquez, quien alimenta con una sonda a su esposo Hermán R. Basabe.

“Perdí todo. Vivo en en la cuarta sección. Necesito la alimentación, hacer las gestiones para ver cómo puedo llegar a Veteranos. No puedo llamar porque no tengo comunicación… Me voy a quedar sin alimento”, dijo preocupada.

Mientras, María Pedroza, quien también perdió todo, necesita hielo para poner un antibiótico que está tomando. También teme que se quede sin medicamentos ya que tiene suministros hasta el lunes.

En nuestro recorrido por el pueblo de Toa Baja nos encontramos  a la salida del barrio Ingenio con Marisol Rodríguez de Morovis.

Esta velaba con ojos llorosos los camiones que salían del gran lago que dejó el huracán María, con personas que fueron rescatas del lugar.

Este diario le preguntó a quien buscaba y dijo que a su hija, que hace tiempo no sabía de ella.

“He ido a todos los refugios y no la encuentro”, confesó.

Pero no solo ella espera allí, una fila de autos coronaba la zona, también en espera de que algunos de sus familiares salieran en algunos de los camiones que la Guardia Nacional usa para recoger a las personas que quieren irse a algún refugio.

Ayer, como en otras ocasiones, participan también grupos de trabajo de la Agencia Federal para el Manejo de Desastres (FEMA).