María Velázquez conoció a Carmelo Félix Matta en Santa Cruz, donde el viequense trabajaba como policía. Se enamoró de él de inmediato.

Poco tiempo después, él le pidió que se mudaran a Vieques para cumplirle la promesa a su abuelo de rescatar las tierras que la Marina estadounidense les arrebató.

Ella accedió sin saber que más tarde protagonizarían juntos algunos de los enfrentamientos más tensos de la historia de la Isla Nena.

A  finales de la década de los 60 se dieron a la tarea de desyerbar cuerdas y cuerdas de terreno que luego regalaron.  Carmelo le decía  a la gente  que lo culparan a él si venían los militares a sacarlos. Cada vez más personas los siguieron. Así fue como se adueñaron de lo que hoy se conoce como el barrio  Bravos de Boston, equipo que en aquella época tenía un gran récord de juegos ganados. En  los 70 se metieron en  Villa Borinquen hasta escalar una loma de vista privilegiada que ahora le llama Monte Carmelo,  “Tierra de Valientes”.

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Hasta que un día del año 1989 llegaron a su casa decenas de militares y alguaciles  federales.

“Empezaron a tirar todas nuestras cosas en ese truck como si fueran basura”, recordó la mujer de cuerpo diminuto que  mezcla sus anécdotas con estrofas inventadas por ella en ritmo de plena.  Ese día, Carmelo –quien además de piloto militar era apicultor–  tenía preparadas unas cajas con abejas que coló entre sus pertenencias.

“Un marino cogió una de las cajas sin saber lo que era, se la tiró al otro americano y ¡ay papá! Había abejas por un tubo y siete llaves. Todos huyeron, corrieron jalda abajo”, dice a carcajadas.

“Lo triste”, dice María, es que su hijo mayor quedó tan impresionado que aún hoy sigue internado en un hospital psiquiátrico, mientras que Carmelo falleció en el 2003.

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¿Alguna vez se arrepintió?

No. Porque Vieques necesitaba ayuda de viequenses que lucharan contra el bombardeo. Te llamaban activista, comunista, terrorista y to’s los “-ista”. Pero esto tenía que ver con los derechos. Yo aprendí con los americanos “with liberty and justice for all”, y ¿dónde estaba la justicia y la libertad de los viequenses? No había... así que no, nunca dudé.

Matrona de familia de combatientes


La lucha por defender las tierras y aguas viequenses no le ha permitido a Aleida Encarnación aprender a bailar, aunque es uno de sus sueños.

Su esposo, el activista y pescador Carlos “Taso” Zenón fue uno de los que desafió   los enormes buques de la Marina interponiendo su lancha en mar abierto.

Fotos de la época hablan de ese coraje y valentía contra un enemigo demasiado poderoso.

“Cuando Taso fue preso por primera vez en el 80, yo estaba embarazada de (mi hijo mayor) Cacimar”, recordó la hoy secretaria en  una escuela superior.

Fueron tiempos difíciles en que tuvo que hacer malabares para sostener a su familia.

“Hasta de fritolera, haciendo pastelillos, alcapurrias  y todo eso. La gasolina era barata y con todo y eso era sumamente jalda arriba. A uno se le iba la vida en esto”, declaró.

“En esa etapa luchábamos por sobrevivencia…   Luchábamos por la pesca, porque nuestros maridos llevaran el pan cada día, y nosotras también nos unimos y estuvimos con ellos en las marchas y en las lanchas”, relató.

Y entre marchas y protestas nacieron también Pedro y Yabureibo, sus otros dos hijos. Cuando arrancó la campaña de desobediencia civil tras la muerte de David Sanes en el 1999, los tres chicos se metieron juntos en terrenos restringidos en muchas ocasiones para llevar suministros y entorpecer las maniobras hasta que los arrestaron.

“Fue bien fuerte… no te puedo decir cuál época fue peor…  En  los 70 teníamos a todo el mundo en contra, al vecino, al policía, al cura; las iglesias se solidarizaban pero en el papel. Nunca venían a visitar. Uno se sintió solo en aquel momento. Luego ver a tus hijos... es una mezcla de sentimientos”, atajó,  porque no pudo continuar.

A 10 años de la salida de la Marina, Aleida siente que fue un triunfo “inconcluso” con muy poco saldo positivo y mucho trabajo por hacer.

“Queremos rescatar las tierras, ¿para qué? ¿Para venderlas? Ha habido  gente que por esta lucha ha muerto, han pasado muchas cosas... muchas amenazas, y eso no se puede permitir”.

Estratega de guerrillas y negocios


Nilda Medina vivió casi cuatro años en una casa que no era la suya... y apenas dormía.

Porque después de la toma del portón principal del campamento militar García en el 1999 por parte de los manifestantes que buscaban la salida de la Marina de Vieques, ella y su esposo, Robert Rabin, se aseguraron de estar todo el tiempo allí.

Al cruzar la calle,  una residencia servía como centro de operaciones.

“Dejamos nuestra casa y solamente íbamos para buscar ropa, para chequear al perro, pero vivíamos y comíamos en el campamento porque había que asegurarse de que no había gente bebiendo, que se seguían los reglamentos para mantener el orden y que hubiera una persona custodiando ese portón las 24 horas”, relató.

Su esposo fue arrestado en tres ocasiones por hacer desobediencia civil y, cuando le tocó cumplir cárcel, pasó mucho tiempo en el calabozo, aislado, sin que se le permitieran visitas o llamadas.

“Era bien difícil porque no sabíamos su condición, si estaba bien o no”, recordó, y la angustia se le transparentaba en la voz.

En otra ocasión, miembros de la Fuerza de Choque de la Policía de Puerto Rico detuvieron a Rabin, lo bajaron de su auto  y lo golpearon a patadas.

Nada de eso les quitó el empeño y ahora Medina dirige un proyecto para asesorar y crear negocios bajo el nombre de Incubadora de Microempresas Bieke, que ya ha logrado establecer 20 comercios, de los cuales 19 han tenido éxito.

Pero el Gobierno no ha brindado toda la ayuda que podría para que las iniciativas echen hacia adelante y se reduzca el nivel de pobreza y crimen que ensombrecen a la Isla Nena, dijo.

Rabin, quien llegó a Vieques en el 1980 para hacer una tesis de maestría y “todavía trabaja en las notas al calce”, sigue  al frente del Museo Fortín Conde de Mirasol y está trabajando en la creación de Radio Vieques en el 90.1 del cuadrante FM.

“Yo me quedé en parte porque tenía a mi lado  a una mujer como Nilda: fuerte, nacionalista. Con ella al lado mío, el enamoramiento con Vieques se amplió y aquí seguiré”, expresó Rabin.