En el callejón Salsipuedes, ayer no se escuchaban risas; faltaba la alegría que reina en los hogares en el Día de Las Madres.

En el sector pobre del casco urbano de Adjuntas una ventolera jugaba con las cenizas y escombros de nueve residencias de madera y zinc que un fuego devoró el pasado viernes.

Afortunadamente, no hubo víctimas fatales en el incendio, pues la comunidad se movilizó de inmediato para sacar a las personas de las viejas casas que se agolpan en un cerro en forma de laberinto y a las que sólo se puede llegar a través de unas largas escalinatas.

Aunque los bomberos lidiaron con las llamas, muchos vecinos denunciaron que los hidrantes del lugar no tenían agua. También, dijeron que el camión bomba del pueblo está en reparación en Ponce y los bomberos, con poco personal, tuvieron que hacer de tripas corazones. Algunos resultaron con quemaduras menores y hasta el alcalde, Jaime Barlucea, intervino para ayudar a sacar a los residentes y recibió asistencia en el Centro de Diagnóstico y Tratamiento.

“Estoy destrozado… esto es lo único que queda. Aunque ella murió hace un tiempito era la casita de mami”, expresó con voz quebrada, Florencio Ortiz Caraballo. El fuego solo dejó los hierros retorcidos de los colchones de la humilde estructura en la que el vecino nació hace 65 años. 

El hombre, veterano y retirado del Gobierno, a media mañana oía un programa dedicado a las madres, en un pequeño radio, cuando Primera Hora llegó a la comunidad. 

Salsipuedes recibió la luz después de Navidad, aunque en Adjuntas todavía siguen muchos barrios apagados.

Florencio relató que en la casita de su mamá vivía su sobrino, Ignacio, quien “lo perdió todo”. Contó que su madre murió hace una década, pero siempre procuraba tener la casa arreglada, pues vive más abajo en el mismo sector Salsipuedes. 

De hecho, fue él quien el viernes, a eso de las 8:30 a.m., se percató del fuego y empezó a avisar a la gente.

“No se sabe que ocurrió”, dijo sobre la causa del siniestro. Narró que de las nueve casas quemadas, tres estaban deshabitadas y no tenían electricidad. En la que se originó el fuego “aparentemente, había electricidad”, añadió Ortiz Caraballo.

El adjunteño dio la voz de alerta a una familia múltiple que vivía en una estructura de dos plantas, en la que había siete personas y dos bebés, uno de tres meses y otro de año y medio. “Lo que hice fue avisar y todos bajaron rapidito. Tan pronto bajaron las personas ya esto era un infierno aquí”, dramatizó.

Dijo que los bomberos tuvieron que coger agua de una panadería más abajo en el pueblo, pues el hidrante de la comunidad estaba dañado al igual que otro cercano. “El camión tampoco tenía agua y no culpo a los bomberos, ellos hicieron una labor excelente, pero no les dan el equipo necesario”, sostuvo.

“Queremos saber las causas del fuego y que se le informe a la comunidad. Esta es una comunidad de mucha gente de mayor edad, somos pobres, pero somos seres humanos”, añadió Ortiz Caraballo. 

Su esposa, María Espinet, lamentaba la difícil situación en la que quedaron las familias que lo perdieron todo.

“Hay mucha tristeza este Día de las Madres y dentro de la devastación que hubo, gracias a Dios en mi casa ni la ropa huele a humo, pero de mi casa para allá son nueve casas afectadas, especialmente para esas madres jovencitas con sus bebés, que lo perdieron todo”, dijo Espinet. 

Otro vecino de Salsipuedes, Wilfredo López Rivera, relató que tuvo que rescatar a su cuñado, que está postrado en cama, y las llamas consumieron la habitación donde estaba recluido.

“Yo subía y un vecino me dijo: ‘no subas, que cogió fuego allá arriba’ y no tardó ni cinco minutos. Eso siguió ardiendo en todas esas casas por ahí pa’ abajo. La de aquí, un vecino y yo, instalamos una manga y él siguió mojando el seto, sino ese seto hubiera bajado completo”, relató don Wilfredo.

Melvin Santana Meléndez, un empleado del Municipio, que labora como guardia de seguridad, fue quien conectó la manguera para ayudar a sofocar las llamas. En diciembre pasado, el guardia de seguridad también perdió su casa por otro fuego en Salsipuedes. En esa ocasión se quemaron dos residencias y las llamas del fuego del viernes, llegaron justo al lado de la suya, cuyo techo está cubierto por un toldo.

Santana Meléndez vive en los bajos de la casa en un pequeño cuarto y su cama está cubierta con un plástico, por las gotas que caen continuamente del techo. “Esto es un colador. Cuando llueve todo esto se me inunda”, relató.

Por su parte, el bombero Ramón Rodríguez, quien laboró en la extinción del incendio, dijo que se hizo “todo lo que se pudo”. Indicó que cuando fueron avisados atendían otra emergencia camino a Utuado por un derrame de diésel. 

No pudo decir cuántas personas rescataron y rechazó que los hidrantes no tuvieran agua. Dijo que había algunos con poca presión.

¿Por qué tuvieron que venir bomberos de Ponce y Jayuya?, preguntó este diario.

“Debido a la magnitud del incendio. Éramos dos bomberos y no había manera que el camión solo de Adjuntas manejara esa emergencia”, sostuvo Rodríguez.