La celebración del Día de Reyes en la casa de la familia de doña Hilda Reyes Cardona, de 73 años, era tremendo jolgorio.

Los preparativos comenzaban desde la noche antes y todo tenía que estar listo para que ya a eso del mediodía, la familia, vecinos y todas las demás personas que quisieran llegar hasta la casa que ocupó cuando niña en el barrio Salto Arriba de Utuado disfrutaran de un festín que incluía lechón asado, acompañado de arroz con gandules y pasteles.

“A mi casa podía entrar cualquiera ese día. Mi papá asaba el cerdo, mi mamá preparaba el arroz, se hacía arroz con dulce, majarete, tembleque, pasteles... había de todo para compartir con la familia y los vecinos”, recordó doña Hilda.

“Los vecinos venían con cuatro, guitarra, güiros, maracas y empezaban a tocar y a cantar. De verdad que la pasábamos bien y era algo muy bonito”, agregó.

Para su época, los niños no recibían regalos costosos, pero “siempre se les daba cualquier cosita”, según contó. Recordó que los obsequios solían ser muñecas y carros de plástico.

“Me acuerdo que una vez el primer regalo que me pusieron fue una muñequita plástica y de la alegría que me dio la apreté tanto que la muñeca se rompió”, relató, entre risas.

A pesar de estas inocentes memorias, doña Hilda dijo extrañar aquellos tiempos simples, en los que las personas disfrutaban de conversar, hacer chistes y pasar más tiempo en familia.

“En mis tiempos no habían tantos adelantos como ahora pero se compartía más, había mucho amor”, manifestó.

“Antes no había tanta criminalidad, se recibía a cualquiera que llegara a nuestra casa, se le daba comida y se le hacía sentir como parte de la familia. Hoy día ya eso no se puede hacer porque aun conociendo a la persona, uno no se atreve decirle que entre a la casa”, sostuvo.

Mientras, para don Diego Cruz Figueroa, de 69 años, las festividades tal y como se celebran hoy día distan mucho de las fiestas que antes se hacían y que con el tiempo han quedado en el olvido.

“Antes se hacían muchas promesas a los Tres Santos Reyes. Los vecinos se reunían y visitaban diferentes casas y cantaban sus promesas”, rememoró.

“Eran tradiciones bonitas que, lamentablemente, se han ido perdiendo poco a poco. Pero está en nosotros mismos enseñarles a nuestros hijos la importancia de mantener vivas estas tradiciones”, acotó.

A acostarse tempranito

Para el ponceño José Pietri, de 73 años, recordar cómo celebraba y esperaba con ansias en Día de Reyes es revivir gratos momentos de su vida.

Este hombre, natural del barrio Bélgica, recordó que durante sus años de infancia su padre lo llevaba a buscar la yerba para los camellos, la que colocaba debajo del árbol con un poco de agua.

“El 5 de enero nos acostábamos bien temprano y ya a las 6:00 de la mañana estábamos despiertos”, comentó emocionado el septuagenario.

Asimismo narró que la costumbre en esos días era la celebración de las promesas de Reyes, pero que era una fiesta para adultos, ya que comenzaban a las 6:00 de la tarde y se extendían por 12 horas. Sostuvo que eran eventos en los que cantaban aguinaldos a los Reyes, se comía y se bebía mucho ron.

Manifestó entusiasmado que en su hogar nunca faltaron los regalos y que sus padres siempre se esmeraban para que recibiera ya fuese un trompo, bolas, bates o hasta pistolas de vaquero.

“El Día de Reyes era sagrado, solo para estar en la calle jugando con los regalos”, indicó don José, quien aún recuerda lo mucho que disfrutaba jugar con sus amigos.

De igual forma, el hombre relató que si algunos de sus amigos no vivían cerca de algún lugar donde encontrar yerba los padres les daban maíz para los camellos.

“Al otro día el maíz estaba regado por la sala de la casa”, expresó.

Sobre las familias de su barrio que no tenían suficientes recursos económicos para comprar un arbolito de Navidad, mencionó que los niños colocaban la yerba dentro de cajas de zapatos y las ponían debajo de sus camas. Igualmente, si los padres no tenían dinero para comprar juguetes les regalaban dulces a sus hijos y así todos eran felices.

“Según la situación económica eran los regalos, desde zapatos, bolas de baloncesto y dulces”, comentó mientras comparaba las festividad de antaño con las de hoy día, en que los niños piden videojuegos.