“¿Papá, tú vas a regresar? ¿Me lo prometes?”.

Con esas preguntas despide Yaisa –la pequeña que sobrevivió al accidente de El Prado en el que fallecieron seis personas, entre ellas su mamá y dos hermanas– a su papá cada vez que sale a trabajar.

“Te lo prometo”, le responde él y, acto seguido, sella el pacto con su niña entrelazando sus dedos meñiques.

La escena, difícil por demás, no solo estremece al más indiferente, sino que refleja las cicatrices que lleva Yaisa en su cuerpo y espíritu con solo cinco años. Unas heridas que apenas comienzan a sanar gracias al amor de los suyos y a la ayuda experta.

Yaisa perdió a su mamá, Raiza Calderón, y a sus hermanas Laura, de tres años, y Amanda, de 10 meses. Ella sufrió una fractura en el fémur de la pierna izquierda.

“Yo irme a trabajar, eso es algo fuerte para ella, porque ella se cree que yo la voy a dejar y no voy a volver y siempre me sale con eso”, comentó su padre, Armando Montalvo.

Por eso, solo pide y clama al cielo una vida nueva para su niña.

Ese renacer quizás parezca cuesta arriba, pero él está convencido de que los dos, como equipo, saldrán airosos de esta prueba tan dura e inesperada que les tocó vivir.

“La nena me hace unas preguntas que ni yo mismo puedo contestarle, que si la muerte, y son cosas que me ponen bien triste”, confesó Montalvo, quien comparte con su madre, Yazmín Silva, la crianza de Yaisa.

Esta semana fue la primera cita de la pequeña con el psicólogo. Fue poco lo que quiso compartir con la profesional. Su padre está seguro de que cambiar a la niña de ambiente sería un avance en su recuperación.

“Lo que decía era que la dejaran tranquila... Todo es papá pa’ aquí y papá pa’ allá... Pero sé que, con Dios por delante, ella va a mejorar”, comentó.

“Cada vez que yo paso por ahí, como hoy, ella no deja de mirar eso ahí y siempre me sale con el tema: ‘Papá, a mí me chocó un carro y yo quería ir donde mamá, pero no podía, me dolían las piernas’”, contó sobre lo que le dice la niña cada vez que pasa por el área del accidente, tramo que tienen que atravesar cada vez que entran y salen de su hogar en el residencial El Prado. Por eso su interés en irse de allí.

En el lugar de la tragedia aún permanecen peluches y globos en memoria de las seis víctimas que perdieron la vida en la embestida, provocada por el vehículo ocupado presuntamente por Jonathan Soto Bonilla y Josué Vázquez Feliciano, quienes han sido identificados por la Policía como los sospechosos de desencadenar la tragedia.

Yaisa está retomando la rutina poco a poco. Es una niña inteligente, sostuvo su papá. “La vida la despertó con este golpe”, agregó.

Todavía no ha regresado al Head Start con sus compañeros de clases. Se supone que se hubiera integrado el martes pasado, pero se enfermó. Además, su papá confesó que le preocupa cómo será ese primer día tras la tragedia.

“Mi miedo es que, como todo el mundo conoce a su mamá y a mi familia, que algún compañero inocente le pregunte por su mamá y eso la vaya a poner a recordar y yo lo que quiero es una vida nueva”, planteó.

La recomendación de la psicóloga es que poco a poco la niña vaya regresando a la normalidad para que mantenga la mente ocupada. “Nada es lo mismo. Nada más de subir las escaleras me acuerdo de todo, de mis nenas”, señaló visiblemente compungido.

Vivienda le está ayudando a conseguir un nuevo hogar. Armando no quiere mudarse a otro residencial público. Quiere un lugar donde su niña pueda jugar sin la preocupación de que algo malo le pueda pasar.

“Yo quiero darle una crianza a mi niña que pueda salir al patio a jugar y no que yo tenga que estar con el miedo de que vaya a haber un tiroteo y le pueda pasar algo a mi nena”, dijo sobre sus aspiraciones para su hija.

Un paso adelante

Un paso hacia esa nueva vida es una beca que la Asociación de la Iglesia Adventista del Este le otorgó a la niña para sus estudios en el sistema educativo de la institución.

“Cuando me enteré, me puse bien contento, porque por lo que tengo entendido es una buena escuela. Fue tanta la emoción que se me salieron las lágrimas y todo”, expresó en entrevista con Primera Hora en las oficinas de la iglesia.

Gloria Miranda, superintendente de las academias adventistas del Este, indicó que la idea de otorgarle la beca a Yaisa para su educación primaria y superior surgió de forma espontánea y, de inmediato, fue acogida por el liderato de la institución.

“Es parte del servicio que damos y, claro, este caso nos llama la atención por la gravedad de la situación y quisimos ser solidarios con esta familia como lo ha sido todo Puerto Rico”, detalló Miranda.

En el área este, la Iglesia cuenta con ocho escuelas, entre estas la que queda justo frente al residencial El Prado. Hay otra por Sabana Llana, también en Río Piedras, así como en los pueblos de Toa Baja, Toa Alta, Cayey, Caguas, Río Grande y Maunabo. En cualquiera de ellas podría estudiar Yaisa.

“Los primeros siete años de la vida de cualquier individuo son vitales para formar el carácter. Lo que tú formes en esos años esa va a ser su vida. Por eso, los primeros grados son tan esenciales en la vida de cualquier niño y, si ella antes de los siete años ha recibido ese golpe tan fuerte, qué mejor que buscarle unas alternativas, acogerla y darle a su papá y su abuela ese alivio de que ella va a estar bien”, expresó la también educadora.

Durante el encuentro, Armando habló sobre el reto social Valientes, iniciativa de Rafael Saldaña, quien en el accidente perdió a sus hijos Génesis y Anthony. La misma pretende que los ciudadanos se comprometan a crear propuestas para recuperar el país de las garras de la criminalidad.

“Eso es para todo. Para las personas que hacen los tiros al aire, para los que se embriagan o se drogan y se montan en un carro sin pensar en lo que pueda pasar”, planteó sobre el proyecto social que ya cuenta con una página en Facebook bajo el nombre Valientespr.

¿Los recuerdos hacen difícil pasar por el área?

Eso es algo que, cada vez que yo me acuerdo... (pausa), siempre me acordaré, porque fue mi esposa y mis dos nenas.

¿Ella es lo que te queda?

Yo soy lo que le queda a ella y ella lo que me queda a mí.