“Mariana” (nombre ficticio para proteger su identidad) trabaja en el Departamento de Transportación y Obras Públicas (DTOP) y es jefa de familia. Con una hija que estudia en colegio, no puede dejar de mirar con preocupación la propuesta de reducir la jornada laboral a 16 días mensuales.

Con la reducción de una quinta parte de su sueldo, que es de $1,333 mensuales, estaría ganándose $266.40 menos. 

La realidad es que ya no tiene idea de dónde va a cortar. “El gobernador dijo educación o salud y nosotros estamos entre comer o techo. No vamos a tener calidad de vida. Tenemos que comprar estrictamente lo necesario”, dijo la mujer, que tiene casa propia pero todavía debe el carro. 

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La situación de Mariana no es única. De hecho, el 50% de la fuerza laboral en Puerto Rico es femenina y, en el empleo público, ese número sube a 55%, dándole un rostro de mujer a las empresas gubernamentales.

Otro detalle es que quienes trabajan son, en su mayoría, jefas de familia, según explicó ayer la Dra. Martha Quiñones Domínguez, economista y profesora de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Arecibo.

Según explicó la experta en la conferencia “Repercusiones de nuevas leyes laborales y el impacto a las mujeres”, llevada a cabo en la Escuela de Enfermería del recinto de Humacao de la UPR, quitarle un día de trabajo a los empleados públicos golpearía más duro a las mujeres que, tradicionalmente, también se hacen cargo de los hijos. 

“Estas mujeres que están trabajando en el gobierno no necesariamente están en los puestos más altos. Por lo tanto, son las que tienen menos ingresos, y estás comprometiendo parte de su salario”, explicó Quiñones en un aparte con este medio. “Cuando eres jefa de familia, es tu único ingreso y tienes que comprometerlo. Y si tienes un núcleo familiar de un hijo, tal vez puedas resolver, pero cuando tienes dos o tres hijos, no es tan fácil”.

Un día menos de trabajo en la escuela pública significaría que habría que buscar dónde dejar el niño durante el día. “Tendrías que separar un pedazo de tu presupuesto para resolver ese problema… y si son adolescentes no te los cogen en un cuido. Entonces, son muchos elementos que van a terminar por afectar familias enteras”, agregó la experta. 

Ante ese escenario, “una reducción en la jornada podría provocar que la mujer decida prescindir de su trabajo, o mudarse a Estados Unidos, o buscar un empleo en un mundo en el que no hay empleos adicionales”, enumeró Quiñones.

Cada vez más acorralados

En el caso de jornadas parciales (cuatro horas o menos al día) la situación se complica todavía más. “Imagínate que encima de eso te quiten un día de trabajo. Y si son madres lactantes, la ley dice que se tiene que dar un permiso para lactar por 30 minutos cada cuatro horas, pero eso no es realista: una mujer se saca leche al menos cada dos horas”, explicó la economista.

Otros recortes, como reducción en días de enfermedad, vacaciones y el bono de Navidad empeorarían el panorama. “En Navidad no todo el mundo usa el dinero para los regalos, hay gente que lo usa para pagar otras obligaciones. Si se lo reduces, lo estás acorralando”, resaltó.

 “A veces las injusticias no se ven a simple vista si uno no se sienta a analizarlas”, reflexionó la profesora. “Si te quitan un 20% de tu salario y tienes que ir a pagar impuestos por tu mismo salario, pues te están penalizando dos veces, y los sistemas contributivos no pueden hacer eso, según la teoría económica”.

Efecto dominó

Un recorte salarial no se sentirá solo a nivel individual, advirtió Quiñones. “La mayoría de la gente vive al margen con su salario, todo el mundo tiene su salario comprometido por la hipoteca, el carro u otros préstamos que ha tomado para arreglar su casa u otras gestiones. También está la luz, la comida, el agua… si le quitas 20% del salario, además de lo que le quitas por los impuestos, le estás quitando también la capacidad de cumplir con sus obligaciones”, destacó.

Dejar de pagar es una opción temporera con implicaciones a largo plazo. “Se acumulan intereses, te cortan servicios y no es lógico que tengas que elegir entre comer o pagar el agua, y eso es lo que va a pasar”, vaticinó la economista. “Te están quitando una quinta parte de tu sueldo, no te están bajando los impuestos y se supone que se sobreviva, pero no sé cómo”.

Si una persona deja de comprar un bien, por lógica un comercio se va a perjudicar y así sucesivamente. 

“La gente no le paga la hipoteca al gobierno, sino a un banco; cuando haces compra es en un supermercado, no en el gobierno. Todas esas actividades se van a ver restringidas y eso va a tener un efecto multiplicador en la economía”, explicó Quiñones. 

“Si vas a vender menos, vas a tener que prescindir de empleados y nadie está pensando en los negocios que se ven directamente perjudicados con un recorte laboral: esa cafetería a la que van los empleados públicos a comer va a ver un día menos de ingresos. Muchos van a tener que cerrar”, comentó.