Son trastornos que pueden ocasionar hasta la muerte, pero en Puerto Rico no suelen dignosticárseles como lo que son: anorexia o bulimia; lo que evita que a los pacientes de ambas enfermedades se les ofrezca el tratamiento integral adecuado.

"Aquí se atiende mayormente la parte médica, no la psicológica", denuncia a psicóloga y trabajadora social Glorimar Maldonado García, de Taller Salud, quien sostiene que con demasiada frecuencia los padres reaccionan a este tipo de trastorno en sus hijos adolescentes cuando ya son evidentes los daños físicos provocados por la enfermedad.

Cuando eso ocurre, buscan ayuda en médicos que no son especialistas en ese tipo de comportamiento alimentario anómalo, lo que complica más el cuadro clínico del paciente.

A los que sufren de anorexia o bulimina, dijo Maldonado García, les suelen atender los desórdenes endocrinos y otras enfermedades provocadas por el mal; se les envía al nutricionista para que les diseñe una dieta y, cuando son referidos a los psicólogos, lo que les dan son terapias generales.

Si llegan a los psiquiatras, éstos le estabilizan el problema siquiátrico principal que exhiben, pero no necesariamente el trastorno alimentario, que es lo que los llevó a ese estado.

Maldonado García dijo que el tratamiento que se recomienda es integral, en el cual se estabilizan primero los daños físicos y mentales y rápidamente se les trata de sanar de anorexia o la bulimia.

"Se necesitan unidades especializadas para ambas enfermedades", destacó la experta, quien mencionó que en el hospital psiquiátrico Panamericano había una, pero la tuvieron que cerrar por problemas con los seguros médicos.

En la unidad de Guaynabo del hospital San Juan Capestrano se da el tratamiento, pero ahí -dijo- la hospitalización es parcial. Y, hay otra iniciativa en la Universidad de Puerto Rico, que se llama Clínica Psicológica de Alimentación Saludable.

¿A cuál especialista se debe visitar?

Se debe ir a los dos, al psiquiátra y al psicólogo, aconsejó Maldonado al explicar que el psicólogo es el que trabajará con la búsqueda de cambios conductuales.

La anorexia es un trastorno de conducta alimentaria que consiste en el rechazo a mantener un peso mínimo normal.

Quien padece el trastorno desarrolla un miedo intenso a ganar peso. Aunque esté delgado, no se percibe a sí mismo con el peso adecuado.

Las víctimas son principalmente mujeres y el síndrome se ha desarrollado a tal extremo que hasta por Internet se convoca a las adolescentes a ser "princesas" escuálidas, casi muertas de hambre.

La anorexia no es un fenómeno nuevo.

La "noticia" más antigua data, según Maldonado García, de 1350, cuando Santa Catalina de Siena dejó de comer porque quería ser monja y tenía terror a que sus padres la obligaran a casarse.

Quienes padecen de anorexia, ingieren muy pocos alimentos y hacen ejercicios constatemente.

En un taller sobre el tema, Maldonado García dijo que se ha observado que existe una predisposición genética en algunas familias.

Los factores de riesgo son, entre otros, presiones de parte del grupo familiar para lucir delgado, la promoción de dietas, el querer cumplir con unos cánones de belleza establecidos en el mundo de hoy, haber sido víctima de abuso sexual y tener propensión al perfeccionismo.

En cuanto al abuso sexual, la sicóloga mencionó que en este caso las víctimas piensan que hay algo malo en sus cuerpos; no quieren ser atractivas y les domina un sentimiento de autodestrucción.

La bulimia, mientras tanto, consiste en unas ganas desmesuradas de comer. Las personas que padecen la enfermedad experimentan episodios de atracones compulsivos, seguidos de vómitos provocados o de ingestión de laxantes.

Los hombres que sufren este tipo de mal, tienen antecedentes de gordura, o estuvieron sobrepeso durante su niñez.

Éstos piensan que por ser gordos van a tener poca aceptación social y escaso éxito en las relaciones de pareja.

En un estudio del profesor José Toro Alfonso, de la Universidad de Puerto Rico, titulado "Cuerpo y masculinidad, los desórdenes alimentarios en hombres", se encontró además una relación significativa entre los varones que se identifican como homosexuales, los trastornos alimentarios y una percepción negativa de su imagen corporal.