El tema de la vacunación es un asunto controversial que desata pasiones.  Para unos las vacunas son necesarias y seguras porque permiten evitar enfermedades que en el pasado fueron responsables de muchas muertes, mientras otros opinan que las vacunas están enfermando a la humanidad y que son responsables de las condiciones que hoy aquejan a nuestra sociedad como cualquier epidemia de antaño.  Pero, ¿tienen los padres o no el derecho de decidir si sus hijos deben ser vacunados?

En este debate, hay quienes establecen que la responsabilidad como padres radica en cumplir con el protocolo de vacunas para evitar las enfermedades, mientras otros creen que ser responsables es informarse y no vacunar a sus hijos hasta estar seguros de cualquier predisposición médica.   A su vez, hay quienes respetan el derecho de otros de decidir por sus hijos pero, al mismo tiempo temen que esa decisión de unos pudiera lograr que se rompa un eslabón en la cadena de inmunidad de la sociedad, poniendo en riesgo no solo la vida de su menor, sino las de otros.

Relacionadas

El licenciado Adrián Díaz, portavoz de la Coalición Pro Consentimiento Informado y Vacunación No Compulsoria, es una de las voces que promueve el consentimiento en la vacunación y el derecho de un padre a estar informado y poder decidir si se desea vacunar a sus hijos.  Su convicción más allá de teorías, viene por experiencia propia, ya que asegura que un efecto adverso de las vacunas llevó a su hijo a padecer de autismo.

Esta vivencia le ha llevado a investigar a fondo el asunto y le hace cuestionar por qué no se establece un protocolo para informar a los padres más a fondo y por qué no se realizan exámenes médicos a los menores para descartar cualquier indicio que muestre, según indicó, que ciertos componentes de las vacunas pudieran generar una reacción adversa en ese paciente. 

Por su parte Sandy Cruz, líder del área norte de la Alianza de Autismo de Puerto Rico,  exige que se les brinden alternativas a los padres para poder decidir si vacunar a sus hijos en el caso de contar con predisposiciones genéticas, ya que entiende que este fue el caso particular de su hijo de 12 años, Genaro “Gino” Cartagena, quien hoy día padece de autismo.

“No estamos en contra de las vacunas, porque en la Alianza de Autismo tengo padres que deciden vacunar de manera esparcida a sus hijos.  En mi caso, decidí no vacunar más a mis hijos por la vivencias con mi nene, quien salió del hospital y a los cinco días se puso catatónico sin una razón médica justificable y lo único extraño que recibió fue su vacuna de hepatitis B.  Luego, desarrolló autismo. Entiendo que debería ser decisión de los padres dar ese paso tan importante de la vacunación porque tienes que darle una opción a una persona que su hijo tiene predisposición genética.  Las vacunas no son 100 por ciento seguras y ¿qué hacemos con ese  por ciento de la población que se ve afectada?”, cuestionó la madre, quien también pertenece a la Coalición Pro Consentimiento Informado y Vacunación No Obligatoria.

Mientras que para Lilliam Rodríguez, presidenta de la Coalición Pro Vacunación y Prevención de Puerto Rico VOCES, el ejercicio de la vacunación es una práctica segura y beneficiosa para el control de enfermedades y que representa un adelanto histórico para la humanidad,  por lo que  entiende que los padres deberían vacunar a sus hijos haciendo uso de sus funciones como protectores de estos menores.

“Mi teoría es que la mayoría de los que no vacunan a sus hijos son padres jóvenes entre 20 y 35 años que están en contra de la vacunación porque no han vivido en la época de antes donde se veían casos de mortandad por estas enfermedades peligrosas.  No soy quien para juzgarlos; sin embargo, la posición de nosotros en la Coalición Pro Vacunación es que el bien común es el bien colectivo y este debe ser prioridad antes del bien individual”, dijo Rodríguez.

Por su parte, Carmen Cabrer, educadora de crianza, se muestra neutral ante el dilema de la vacunación, pues entiende los argumentos de ambas partes, pero se inclina a darle la opción a los progenitores para que tengan la última palabra.

“Creo que los padres deben tener derecho a escoger, pero también tienen que estar informados porque hay algunos que escogen no vacunar a sus hijos sin saber la razón, solo porque se habla del autismo.  Es cierto que las vacunas contienen preservativos que hasta hace un tiempo era el mercurio y se sabe que es dañino y, aunque se cambió a aluminio y no deja de ser preocupante, pero la vacunación es necesaria para evitar enfermedades mortales.  Existen esquemas de vacunación alternos que pudieran servir para aquellos padres que no se sienten seguros con el método tradicional”, indicó.

¿Qué dicen los doctores?

Para la clase médica, el dilema en contra de las vacunas no tiene peso científico, ya que según establece la pediatra Nicole Torres Cáceres, no existen estudios que determinen una correlación entre las vacunas  y el autismo.

“Es importante que los padres entiendan que no hay estudios que apoyen esa teoría y que el aumento en los casos de autismo no corresponde a las vacunas sino a que se ha ido estudiando más la enfermedad y que contamos con más herramientas para diagnosticarlo”, aclaró la pediatra, quien reconoce que las vacunas sí pueden ocasionar efectos como “reacciones alérgicas a algún componente de la vacuna que le puede causar una anafilaxis (reacción alérgica), pero es bien raro que ocurra”.

Por su parte, la pediatra Carmen L. Báez Franceschi, concuerda en que la vacunación no es la responsable de la condición y establece que hay otros factores genéticos que, según sus estudios y experiencia, tienen un impacto en los niños que no cuentan con un sistema inmunológico fortalecido.

“Las probabilidades de que una vacuna haga algún daño no han sido comprobadas y yo doy fe de ello porque no he tenido en 10 años ningún caso de autismo relacionado a vacunas, ni tampoco lo he visto. Es por eso que como pediatra recomiendo la vacunación.  Pero, mi experiencia me lleva a establecer que el problema del autismo es metabólico (genético) y estoy encontrando en las pruebas genéticas que hay unas mutaciones que hacen que el sistema inmunológico se altere y entonces se afectan muchas reacciones químicas importantes para que el cuerpo funcione correctamente.  Entonces, los padres culpan a las vacunas de esta condición, pero no es que las vacunas le afecten sino que el niño viene con un problema genético que nadie conoce”, estableció la especialista. 

Para Báez Franceschi, la clave para atacar de antemano el autismo no es dejar de vacunar a sus hijos sino vigilar patrones de debilidad en su sistema inmunológico.  “En todos los historiales que veo de niños que desarrollan autismo, antes tuvieron patrones de problemas de infecciones de oído, reflujo, asma, sinusitis, pulmonía entre otras señales que da el cuerpo de que algo no está bien.  Cuando un niño se enferma recurrentemente es una alerta y hay que buscar qué es lo que está haciendo que el cuerpo tenga esas reacciones alérgicas.  Hay un problema genético que está afectando el metabolismo”, alertó la pediatra.

Por consiguiente, cuando ya se identifica estos pacientes con problemas metabólicos la doctora sugiere trabajar un método de vacunación alterno para mantenerlos inmunes a las enfermedades peligrosas para las que existen vacunas, mientras que se protege el sistema inmunológico del paciente.

“La importancia de la vacunación no puede dejarse a un lado, pero podemos vacunarlos haciendo unas variaciones sin dejar de cumplir con el calendario.  Hay formas de hacerlo sin perjudicar al niño y esto es muy particular de cada pediatra, cosa que respeto.  Yo en los casos de niños con historial de autismo o que muestren problemas inmunológicos serios, divido las vacunas poniendo una vacuna cada 30 días para darle un tiempo al sistema inmunológico para recuperarse. Y, como estoy entrenada en medicamentos homeopáticos, uso un protocolo homeopático para proteger el sistema inmunológico”,  explicó la pediatra, quien labora en el Wellness Institute of Neurodevelopment en Guaynabo.

Por su parte, la doctora Torres Cáceres exhorta a los padres a informarse, discutir las dudas con su pediatra y cumplir con el protocolo de vacunación al pie de la letra.  “Busquen  información en fuentes confiables como la Academia Americana de Pediatría y el Centro de Control de Enfermedades. En internet hay muchas desinformación, mucha propaganda de miedo y por eso se ha creado mucha incertidumbre en los padres”, denunció la doctora quien tiene su oficina en el municipio de Juncos.