Ponce. Elizabeth Medina Suárez y su familia experimentaron momentos de terror en medio del huracán María cuando tuvieron que abandonar su casa de madera en el sector Las Martínez para irse a refugiar con una vecina.

Medina Suárez, de 51 años, y su esposo Gilberto Martínez Hesia, de 79, viven en una pequeña casa de madera y zinc, y en la casa contigua de igual construcción residen su hijo, nuera y una nieta de dos años de edad. 

El núcleo se ubicó en la primera planta de la casa del hijo para pasar el temporal, pero cuando el viento comenzó a hacer estragos en esta comunidad un par de vecinos que residen en una vivienda de cemento les dieron albergue. Los techos de zinc volaban, incluyendo el de la casa de Medina Suárez, y el ambiente se volvió tan peligroso que prefirieron arriesgarse a cruzar a la intemperie que permanecer allí.

“No me dio tiempo para irme al refugio y me ubiqué con mi esposo en la parte de abajo de la casa del nene mío y estuvimos como hasta las 2:30 de la madrugada (del miércoles). La muchacha que es vecina mía nos sacó de emergencia. Estuvimos en el balcón de la casa de ella hasta que pasó todo”, contó Medina Suárez.

La mujer relató que su vecina Stephanie Oquendo le gritó desesperada desde el balcón para que cruzaran y que el compañero de esta se tiró a la calle a ayudarles, exponiendo su integridad física. El hijo de Medina Suárez cubrió a su niña con el cuerpo y corrieron varios pies hasta el refugio.

Estando en sitio seguro, pudieron ver cómo María arrasó su vecindario con vientos que describieron como pequeños tornados.

“Ese remolino entró y cuando siguió circulando se llevó todo esto. A una casa le arrancó el techo completo y lo llevó a otra casa y el palo de aguacate quedó espetao ahí. Nunca en mi vida había visto eso”, indicó Medina Suárez.

El jueves, cuando llegó la calma, pudo entrar a su residencia a ver los daños provocados por el huracán.

“Cuando logré ver mi casita estaba destruida y la casa de mi nene también. Perdí el techo y la cocina, el baño, todo está destruido. Perdí todo, todo. Los televisores. Y mi nene perdió todo. No pudimos sacar nada. La casa de la parte de atrás está encima de esta casa, pegada, porque se destruyó también. Esto fue un desastre total, no esperábamos esto”, puntualizó.

Al ver el desastre, Medina Suárez no hacía más que dar gracias a quienes le tendieron la mano en un momento tan crítico. “Estamos bien gracias a esa muchacha. Vivo agradecida por ellos”, aseveró.

Su esposo, entretanto, sollozaba al internalizar la pérdida de su hogar.

“Es un dolor muy grande, yo no esperaba eso”, expresó lloroso Martínez Hesia.

Con un aire de resignación, la mujer asumió su nueva realidad y pidió ayuda.

“Espero que nos ayuden porque esto es una cosa increíble. Nunca nos imaginamos ver esto así, pero que sea la voluntad del Señor”, manifestó Medina Suárez, quien la misma noche del huracán fue víctima de ladrones que entraron a lo que quedó de su casa y le llevaron la compra.

Por otro lado, a pasos de la residencia de la familia Martínez Medina, Célida Robles Cancel, de 52 años, limpiaba la inundación que el huracán le dejó en su casa.

“Se voló parte del techo de zinc, con todo y plafón, el agua se coló por las paredes y las expandió, y la verja se rompió”, indicó Robles Cancel, quien recientemente había hecho reparaciones en la vivienda.

“Mis vecinos me dicen que una de las paredes se movía, las ventanas se querían salir y la puerta de entrada abría y cerraba”, agregó.

La impresión del momento la afectó, pero enseguida se puso a limpiar y tratar de salvar sus pertenencias.

“Esto no es fácil. Cuando subí y vi mi casa así… Porque como yo digo, no era nueva, pero es mía. Y no era un palacio, pero aquí crie a mis hijas. Cuando llegas y encuentras algo así… no es fácil”, sostuvo.