Vega Baja. La aparición de caimanes en lugares tan inesperados como el estacionamiento de un negocio cerca de una autopista podrá ser novedad y motivo de susto en la zona metro de San Juan. En otras áreas de la Isla, sin embargo, hace rato que los ciudadanos han tenido que acostumbrarse a la amenazante y constante presencia de esas criaturas. 

Los caimanes, de hecho, se han acomodado más que bien por todo Puerto Rico y, aunque no se vean de manera tan frecuente en la zona metropolitana, se ha confirmado su presencia en muchos de los cuerpos de agua, incluyendo ríos, lagunas, quebradas y caños. El hecho de que sean de hábitos escurridizos y nocturnos es quizás lo que hace que los encuentros no sean tan frecuentes. 

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Pero para la gente de otras regiones, como la comunidad Los Naranjos en Vega Baja, los caimanes viven en sus patios. Y aunque hasta el momento no se ha reportado un ataque contra humanos, vecinos del lugar aseguran que ha estado cerca de ocurrir. Entretanto, los reptiles han devorado perros, cerdos, pollos, patos y gansos, entre otras mascotas y animales de corral. 

Luis Soler, un septuagenario que lleva más de 50 años en Los Naranjos, una comunidad ubicada en un valle costero por el que fluyen varios caños que se conectan por un lado con la laguna Tortuguero, y por el otro con el río Cibuco y el pantano que forma cerca de su desembocadura, recuerda que la historia con los caimanes comenzó hace décadas, cuando tenía unos 15 años y llevaban una lucha ambiental contra una gran empresa que tenía planes de verter contaminantes en la laguna Tortuguero. 

Entonces, un biólogo advirtió que “los caimanes iban a pasarse por todos los caños y acabar con la pesca. Eso está sucediendo”. 

“Por todo esto hay caimán, comiéndose todo lo que encuentra. Y acabó con toda la pesca”, aseguró Soler. “Y eso ataca a uno. Si uno lo toca o lo agrede, ataca. Hay unos que te huyen. Pero hay distintas clases de caimanes. Hay un caimán que sí ataca a uno. Cuando está esmaya’o, ataca a uno. Ya hubo uno que estaba pescando y cuando fue a llevar el saco, un poco más y le lleva un brazo. No ha pescado más. Sucedió en la laguna”, contó Soler. 

Con las mascotas y otros animales, la situación es mucho peor. “A los perros, esa es la carnada viva de ellos. Le tiran a los perros a to’ meter. Y los pollos aquí me los han comido”, insistió el individuo.

El líder comunitario asegura que han acudido con frecuencia a varias agencias y oficinas en busca de asistencia para atender el problema, pero no han podido hacer mucho. Afirma que en muchos sitios, “nos botan. Bota’os. He ido al Senado, he ido a la EPA (Agencia de Protección Ambiental, en español), a distintas casas del barrio, y del pueblo completo porque Los Naranjos es el corazón de Vega Baja. Todas las aguas de Vega Baja pasan por aquí”. 

Soler reiteró el peligro que representan estos animales, asegurando que “yo los he cogí’o grandísimos, bestiales. Y eso se puede llevar un muchacho”.

Miguel Ayala Santos, dueño del negocio Cayure en la comunidad, reafirma que la invasión de estos reptiles viene de la mano del abandono de los caños. Opina que detener la invasión de este animal luce “muy difícil”. 

“Es complicado. Eso se reproduce de una forma bárbara. Es casi incontrolable evitar que se propague en esa forma acelerada”, evaluó el comerciante, asegurando que en Los Naranjos, la interacción con los reptiles “es algo común”. 

“En esta comunidad tienen un hábitat favorable, y la comunidad ha aprendido ya a vivir con ellos. Distinto al área metropolitana, donde sí puede crear un pánico porque no es algo usual en esa zona. Aquí es algo común y la comunidad sabe lidiar con la situación, porque tiene sus áreas particulares de existencia y de dónde estar. Tienen un hábitat bien favorable para ellos estar tranquilos sin que los molesten. Porque cuando los molestan es que se ponen agresivos”, comentó.

Cazarlos y comerlos

Ambos residentes coinciden en que cazar los caimanes para aprovechar su carne y piel, puede ser una opción para controlarlos. 

De hecho, a falta de una debida acción de las autoridades, Soler, como muchos en estas comunidades, cuando se le mete un caimán en el patio, pues tiene que enfrentarlo, a pesar de que eso es contrario a la recomendación oficial. En muchas de las casas se puede ver la herramienta para capturar a los saurios, que es un tubo con un cable en su interior que se usa como lazo para agarrar al animal. 

“Los cojo y se los revendo ahí a otro que los embalsama y vende la carne allá en el sector de Guadí”, aseguró Soler.