El huracán María quiso arrebatarle el significado del nombre a la comunidad Villa Alegría en Aguadilla... pero no pudo.

En todo caso, lo transformó a una villa de esperanza.

Tal como en el resto de Puerto Rico, María dejó destrucción en toda la zona Oeste. 

Pero al menos en Villa Alegría, comenzó inmediatamente el proceso de reconstrucción. 

Tan pronto se divisó la claridad la mañana del jueves, un grupo de vecinos se reunió para evaluar los daños en su área: árboles y postes caídos, techos arrancados y casas inundadas, era el panorama en prácticamente toda la zona. 

Sin embargo, muy bien hicieron suya la frase de que al mal tiempo, buena cara.

"Yo nunca había vivido un huracán. Es la primera vez en mi vida y daba mucho miedo, pero gracias a Dios, la vida es lo más importante. No hay nada que lamentar. Estamos bien. Lo material para mí no significa nada. Lo importante son las vidas", sostuvo Carmen Ortiz, en cuya residencia cayó un poste de energía eléctrica que se partió en dos pedazos ante la fuerza huracanada.

"Tenemos que levantarnos como pueblo, ayudar a los vecinos y darnos la mano. Lo demás, ya Dios dirá", apuntó.

En un breve recorrido por las comunidades Villa Alegría y José De Diego, era evidente el daño que provocó el fenómeno. En las facilidades recreativas, lo que era una cancha de handball es solo un muro de bloques en el suelo que el huracán arrancó de cuajo, varias residencias terminaron sin techo, mientras los vecinos se apresuraban a recoger los escombros. 

Irma Rodríguez fue de las que se levantó temprano a ver los daños en su negocio de dulces y frituras en la escuela elemental José De Diego y se encontró con que la pequeña estructura estaba prácticamente destrozada.

"Se llevo todo el zinc, voló el poste de energía eléctrica y el contador no sé dónde cayó. Adentro dañó la nevera, la caja registradora, sillas y toda la mercancía y el baño lo destruyó completo", dijo Rodríguez, resignada.

"Fue horrible. Quedé destrozada. Pero no sé puede hacer nada más. Hay que empezar en cero otra vez", subrayó. 

En la casa de Antonio Albino un enorme árbol quenepas finalizó acostado sobre su verja; la residencia de Áurea Molina, como la de otras tantas, se inundó prácticamente completa y Juan "Chino" León, que tenía 50 gallos de pelea, los perdió todos cuando los vientos arrancaron de cuajo la verja donde estaban amarrados.

"No quedó ni una pluma", indicó resignado, al tiempo que estimó la pérdida en  sobre 3,000.

INCOMUNICADOS 

Uno de las grandes complicaciones que experimentó la zona Oeste fue la falta de comunicación telefónica y terrestre con otros pueblos de la Isla.

Desde tempranas horas del martes, la comunicación celular colapsó y también las líneas terrestres. 

"No hay ninguna comunicación. Ni telefónica, ni de radio. No sabemos lo que está pasando en otros lugares, lamentó el director de Manejo de Emergencias de Aguadilla, Frank Hernández.

Mientras, las principales carreteras de la zona estaban prácticamente intransitables. En Aguada, el río Culebrinas se salió de su cauce e inundó la carretera PR-2 y la PR-115. 

De igual forma, el Río Grande de Añasco sobrepasó el puente que conecta a Añasco con Mayagüez y por varias horas no hubo acceso en ambas vías.

Incluso, el alcalde de Añasco, Jorge Estévez, fue víctima directa del huracán, ya que su residencia de vio severamente afectada por el viento y la lluvia.

Mientras, en Rincón, varios sectores del casco urbano se inundaron con hasta tres pies de agua y la erosión de las costas, uno de sus principales problemas en ese pueblo, se acrecentó con la emergencia.

En la Comunidad Estela, el mar reclamó varias propiedades construidas en la orilla de la playa y también alcanzó parte de la carretera. 

Por otro lado, en el barrio Barrero, la estructura principal De la Villa Pesquera también sucumbió ante la furia del mar.

Las oficinas de Manejo de Emergencias en toda la zona no daban a basto para atender los reclamos de los ciudadanos, pero a la vez, fueron brigadas de vecinos los que ayudaron a las autoridades a restablecer la comunicación terrestre de los pueblos. 

"Nos caímos, pero nos vamos a volver a levantar. Lo material se reemplaza" sostuvo el alcalde de Aguadilla, Carlos Méndez. 

"Vamos a reverdecer, como decía nuestro José De Diego. Vamos a ayudarnos unos a otros en las comunidades y con la ayuda De Dios, vamos a salir de esta", sentenció.