Lágrimas, rostros tristes, largos abrazos y hasta ‘selfies grupales’ de empleados fue parte de lo que se vivió este viernes en la sucursal principal de Doral Bank de Puerto Rico, ubicada en Guaynabo, durante el cierre de operaciones de esta institución por parte de la Oficina del Comisionado de Instituciones Financieras (OCIF) debido a problemas de insolvencia.

Desde tempranas horas del viernes algunos empleados de Doral no ocultaron su nerviosismo, aunque las operaciones del banco transcurrieron como de costumbre. Muchos evitaron ofrecer declaraciones a periodistas y los que hablaron, preferían no identificarse. Esos empleados aseguraron que no tenían ningún tipo de información sobre lo que ocurriría con el banco y con sus trabajos.

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En horas de la tarde se pudieron observar largas filas de clientes en la importante sucursal metropolitana.

Sin embargo, todo cambió súbitamente a las 6:00 p.m. cuando el banco cerró operaciones. En ese momento, llegaron al banco funcionarios de la Corporación Federal de Seguro de Depósito (FDIC, por sus siglas en inglés) como Iván Cintrón, representante de la División Legal de la FDIC.

Cintrón conversó brevemente con representantes de los medios que se congregaron a las afueras de la sucursal de Guaynabo.

“La OCIF cerró Doral Bank esta tarde y nombró a la Federal Deposit (la FDIC) síndico del banco y la Federal Deposit entró en un contrato de adquisición de depósitos y sucursales con el Banco Popular y sus aliados en la transacción”, explicó Cintrón en improvisada rueda de prensa.

Añadió que como parte de esta transacción, los depósitos continuarán estando asegurados por la FDIC, lo que significa que los clientes no tienen que cambiar de banco para conservar la cobertura del seguro de depósito hasta “los límites aplicables”. Aseguró que los clientes seguirían teniendo acceso a su dinero, girando cheques o usando sus tarjetas de cajero automático o de débito.

El cierre de Doral Bank se produjo luego de que se venciera el plazo que la FDIC le otorgó a Doral Financial Corp. (NYSE: DRL) para conseguir capital para poder operar.

Luego de conversar con los periodistas Cintrón y los hombres que lo acompañaban procedieron a entrar al banco. No fue hasta que salió el último cliente, quien se identificó como Jorge Montañez, que la delegación del FDIC reunió a los cajeros y demás personal de la sucursal central.

A su salida del banco, Montañez destacó el buen trato que siempre ha recibido en Doral y reconoció que sentía algo de incertidumbre por lo que pueda pasar tras este cierre.

“Siempre hay algo de inquietud porque uno se preocupa. Pero cuando sabes que estás protegido por la FDIC, que hay unas leyes que protegen las cuentas hasta ciertas cantidades, ha cierto alivio”, expuso el cliente, quien dijo tener todas sus cuentas personales y de negocios con Doral.

Aflora la incertidumbre

En el interior de la sucursal, el ambiente se tornó triste cuando personal de la FDIC los reunió para explicarles lo que pasaría. Desde afuera se pudo observar a varios empleados llorar. Mientras, otros permanecían con rostros lúgubres. Esa reunión se prolongó por cerca de media hora, al cabo de la cual los empleados comenzaron a moverse para la parte de atrás de la instalación. Ante la angustia de los trabajadores, algunos funcionarios del ente federal optaron por consolarlos.

Esta imagen debió haberse repetido en varios departamentos, a juzgar por las expresiones sombrías en los rostros de los empleados de otros departamentos que comenzaron a salir al atardecer. La mayoría no quiso emitir comentarios, pero los pocos que lo hicieron se mostraron insatisfechos con las explicaciones que les brindaron en ese momento.

“Nos dieron poca información, mala información. Ellos no estaban orientados. No había nadie de recursos humanos. Quien nos dio la información fue la FDIC. No era lo que yo esperaba”, dijo un empleado mientras caminaba hacia uno de los ascensores.

Por su parte, una empleada del área de hipotecas declaró que le anunciaron que esa área cerrada. “Nos dijeron que Doral Mortgage cerró. No nos dijeron que va a pasar con nosotros. Mañana tenemos que venir para que nos contesten las preguntas”, acotó la mujer, quien precisó que trabaja en Doral hace 10 años.

Familiares de empleados de Doral Bank en Guaynabo llegaron hasta esa sucursal principal para darle apoyo a los suyos. Muchos se veían nerviosos, no habían podido contactarlos a través de sus teléfonos celulares. “No sabemos. Estamos esperando”, dijo una mujer que conversaba con otras cuatro personas cerca de los ascensores del estacionamiento multipisos.

Horas después del anuncio del cierre, continuaban llegando funcionarios del FDIC. Mientras entraban, los empleados salían. Muchos optaron por congregarse cerca de los ascensores para comentar lo que acaba de suceder. Otros –haciendo uso de esa resiliencia que caracteriza a los puertorriqueños- acordaron verse en algún otro lugar para sobrepasar entre amigos el difícil momento.