El poema de Juan Antonio Corretjer Boricua en la luna es un viaje de nostalgia y reafirmación patria.

Pero, ¿qué tendrá que decir una puertorriqueña desde Marte?

La nanocientífica Yajaira Sierra-Sastre comenzó a escribir esa historia desde que fue seleccionada para ser parte de la misión HI-SEAS (Hawaii Space Exploration Analog and Simulation, por sus siglas en inglés), que entre los meses de abril y agosto la “trasladará” a Marte, aunque realmente nunca despegará de Hawái.

La arroyana, de 35 años, completó el pasado lunes dos semanas de entrenamiento en la Sociedad Marciana (Mars Society), en Utah, donde –según describe– experimentó un ambiente casi idéntico al planeta Marte.

“Estas dos semanas fueron bien buenas en el sentido de que me han dado una perspectiva bien real de lo que se puede esperar en esos cuatro meses”, comentó la egresada del programa de doctorado de la Universidad de Cornell, en Ithaca, Nueva York. Allí también fijó su residencia con su esposo, el ingeniero estadounidense Daron Westly.

Sierra-Sastre no es astronauta ni pertenece a la agencia espacial NASA, pero fue escogida por ese cuerpo para servir como oficial científico de la misión, cuyo objetivo es realizar investigaciones en beneficio de futuras exploraciones en Marte.

La tripulación la integran seis personas –tres hombres y tres mujeres–, siendo ella la única latina.

Como parte de sus roles en ese planeta simulado, la boricua participará en un estudio alimenticio que pretende analizar cómo la confección de distintos platos puede afectar el ánimo de los tripulantes durante un aislamiento prolongado versus ingerir alimentos instantáneos.

“Además del estudio de comida, como parte de mi rol de oficial científico, va a estar manejar las diferentes actividades de investigación que otros miembros vayan a realizar”, detalló Sierra-Sastre ayer en entrevista telefónica.

Una de sus intrigas era si se acostumbraría a la convivencia en un espacio tan limitado.

“Me sorprendió cómo las áreas dentro del hábitat están diseñadas de modo que las personas que habitan no se sienten tan encerradas”, contó.

“Me impresiona la habilidad que tengo como ser humano para adaptarme a un nuevo ambiente y la habilidad de encontrar belleza en un ambiente tan seco, tan desolado”.

Antes de su traslado a Hawái a mediados de abril para iniciar la misión, Sierra-Sastre pretende documentarse sobre cómo resolver conflictos en condiciones de privación sensorial, pues apenas se comunicarán entre ellos.

Su comunicación con el “exterior” será a través de correo electrónico, pero explica que la NASA quiere que la misión sea tan real, que aguantará las contestaciones de los mensajes por cerca de 15 minutos, que sería el tiempo que tarde una comunicación entre la Tierra y Marte.

De ese modo, no podrá hablar con su esposo por medios tecnológicos como Skype o un chat.

Para la pareja, esta será la primera vez que se separen por tanto tiempo.

“Mi esposo me ha apoyado mucho, nos apoyamos el uno al otro. Yo soy científica, él es ingeniero, y pues, de mi mamá en Puerto Rico, de mis hermanas, he recibido un apoyo bien grande; saben que estoy bien contenta”, comentó la química.

Algo que también la ocupará durante este tiempo en “tierra” será la selección de aquello que llevará en su equipaje.

“Voy a estar dándole más cabeza a qué voy a llevar, qué artículos personales que me recuerden mi casa, quién soy, que me recuerden mi trasfondo, porque nos van a permitir artículos personales y también está la idea de que amistades o familiares nos preparen regalitos o cartas para mantener esa conexión con la gente en tierra”, precisó quien considera llevar salsa, merengue y películas.

Con esta misión, Sastre-Sierra encamina su más grande reto: ser admitida en el cuerpo de la NASA, algo para lo que ya aspiró en el 2012 y entró entre el grupo con altas calificaciones para lograrlo.