Desesperación es lo que a diario ve el pastor del ministerio Luz del Mundo, Mariano Del Río, en los ojos de los residentes de las comunidades más desventajadas a las que sirve en el área este, acrecentada por la crisis en la que viven desde los pasados seis meses a consecuencia de la pandemia del Covid-19.

Una de las etapas de su misión -la cual comparte con su esposa, la pastora Isamar Ortiz- la ha visto brillar en la escuela elemental Dr. José D. Ramos Lebrón, del sector La Playa del barrio Puerto Real en Fajardo, que fue transformada de ser un estorbo público a convertirse en el Centro de Ayuda Social Luz del Mundo (LDM) donde se ofrecen diferentes servicios a unas 500 personas diarias, que acuden solo para recoger alimentos.

El centro sirve a los más necesitados.
El centro sirve a los más necesitados. (Suministrada)

Contó que a pesar de que la estructura estaba tan deteriorada -que parecía mejor demolerla- en ocho meses lograron su renovación y ya está en funciones hace dos semanas.

“Lo que es más sorprendente aun es que yo creía que nosotros íbamos a impactar la juventud; no. La mayor población es de 65 años o más, que es la que está más necesitada ahora mismo, que le han reducido hasta sus cupones, que le han reducido lo que recibían en efectivo, ahí entramos a nosotros a tratar a esa población de ancianos… es desesperación (lo que ve), esta población no tiene fuerzas para quejarse, los ancianos no tienen fuerza para llamar la atención de nadie en este país, pero nosotros lo hemos identificado y lo estamos haciendo”, exclamó el pastor.

El centro, que es una institución sin fines de lucro, está localizado en el corazón de las barriadas más pobres y vulnerables de Fajardo, como lo son: Mansión del Sapo, Maternillo, Beltrán y, además, les rodean los residenciales Pedro Rosario Nieves, Vistas del Mar, Playa Puerto Real y Valle Puerto Real.

“Yo creo que la solución del gobierno está en las manos de la gente, de las instituciones sin fines de lucro. Una escuela de una institución sin fines de lucro bien posicionada puede sacar de lo que es un estorbo un beneficio. Esta escuela estaba abandonada hace siete años y fueron de las primeras escuelas que cerraron en Puerto Rico y hoy por hoy se atienden semanales sobre 1,500 personas, que visitan este lugar por registro de entrada”, sostuvo Del Río.

Al presente, cuentan con 12 voluntarios de los cuales cuatro son miembros de esas comunidades a las que sirven, aunque como medida profiláctica han reducido su cantidad.

Desde el antiguo plantel no solo se reparten compras a los más necesitados, sino que se crearon salones especiales tomando en consideración la pandemia para que los estudiantes puedan tomar sus clases y tutorías, se ofrece el servicio de internet de alta velocidad gratuito, cuenta con una biblioteca electrónica, computadoras y el primer y único almacén en caso de desastre para suplir alimento por dos semanas.

Allí tienen disponibles miles de libras de alimentos, como arroz, habichuelas, salsa, carnes enlatadas, pañales para niños, agua, leche, jugos, avena, cereales, vegetales, galletas y frutas, entre otros productos, los cuales fueron donados por entidades como el Banco de Alimentos de Puerto Rico.

“Tenemos unos siete u ocho niños jóvenes que están cogiendo sus clases. El programa comenzó este lunes y hace unos días que la comunidad completa -a una milla a la vuelta redonda- recibe el Internet, que es totalmente gratis”, detalló el pastor.

El plantel, que estuvo en el abandono por más de 7 años, fue reacondicionado en 8 meses.
El plantel, que estuvo en el abandono por más de 7 años, fue reacondicionado en 8 meses. (Suministrada)

Los salones de estudio tienen aire acondicionado, se les ofrecen meriendas y almuerzos a los alumnos y un voluntario les brinda cualquier asistencia que necesiten.

El pastor está sorprendido con la necesidad de estos estudiantes que no tienen medios para la recibir educación virtual y narró que vio a una madre que utilizaba el teléfono celular, que opera con data limitada mediante un programa federal, para que sus tres hijos de grados diferentes tomaran sus clases.

Además, dijo que compraron 12 computadoras para regalarlas, ya que el Departamento de Educación aun no les ha entregado las prometidas a los alumnos y mucho menos tienen servicio internet para conectarse con sus maestros.

En noviembre se espera inaugurar un comedor y un dispensario mediante una alianza con el Municipio de Fajardo, que proveerá el personal médico.

“Es una alianza, como esta escuela es para dar servicios gratuitos y el dispensario es gratuito quisimos traer el dispensario para la escuela para que la salud también sea parte y que la comunidad estaba en un dispensario bien chiquitito, bien incomodo, para que tenga un dispensario cómodo, un lugar donde pueden venir a hacer asignaciones, hay un médico atendiendo si pasa cualquier cosa, hay alimentación, damos tutorías, estamos en toda esa área”, puntualizó.

De enero a septiembre el centro ha distribuido sobre dos millones de libras de alimentos y benficiado a más de 100,000 personas en sus residencias, de las cuales junto al personal municipal de Fajardo, Luquillo, Ceiba, Río Grande y Loíza, se alcanzó a ayudar a unos 30 mil ciudadanos.

Reconoció que el proceso para obtener un plantel cerrado está lleno de escollos y es altamente burocrático, pero contó con el apoyo del presidente de la Cámara de Representantes, Carlos “Johnny” Méndez, quien sirvió como su enlace con el gobierno.

También tiene planes de expansión para habilitar un almacén que tiene disponible el Municipio de Ceiba.

En caso de un desastre en el área este su organización se convertiría en el grupo de primera respuesta de los residentes mientras llega la ayuda del gobierno.

“No todo se lo vamos a dejar al gobierno, creo que la responsabilidad de nosotros es ayudar al gobierno a que la gente pueda salir adelante”, indicó.

Al presente, reciben donativos individuales y de empresas que apoyan su labor, pero no han obtenido ninguna propuesta gubernamental. El teléfono del centro es el (787) 318-7627.