Encontrar al piragüero Julio Hernández raspando un bloque de hielo en medio de la crisis en el país por la escasez de bebidas frías, pareció una escena surreal, un verdadero oasis para las bocas sedientas.

“Hay que seguir”, expresó el típico vendedor desde su carrito ubicado frente a la iglesia San José en el Viejo San Juan.

Hernández, con 17 años como piragüero, regresó a trabajar el pasado sábado con un bloque que logró mantener congelado en el hogar después que la mayoría del país quedó sin servicio de energía eléctrica a causa del huracán María.

Trabajó también el domingo y ayer lunes, como miles de personas, se ubicó en una fila en una fábrica de hielo, donde obtuvo otro bloque que le permitió hoy salir de nuevo a ganarse el peso. Pero eso le daría “para el día de hoy nada más”.

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Dijo que el flujo de clientes ha sido razonable a pesar del poco movimiento de personas que se observó esta mañana caminando y transitando por las adoquinadas calles de la zona antigua de la capital.

Quienes se acercaban también tenían la alternativa de comprar agua y refrescos fríos.

Esa suerte duraría hasta las 5:00 p.m., hora en que se ha visto obligado a retirarse por que no le rinde el hielo, sumado al toque de queda que a las 7:00 p.m.