Cataño se sumó a los 30 municipios en los que el villalbeño Héctor Collazo Hernández ha pintado la monoestrellada como parte de su proyecto “78 pueblos y 1 bandera”.

Durante una alegre actividad en el paseo Plaza del Mar, locales, turistas, seguidores y curiosos se juntaron bajo el sol para disfrutar del proceso de pintura del mural y, claro, tomarse el selfie una vez culminada la pieza, que quedó como una gran bienvenida a los visitantes.

De eso se trata “78 pueblos y 1 bandera”, de promover el turismo interno, de trazar una ruta con cada una de las banderas que ayuden a mostrar y disfrutar los espacios y recursos del País, explicó Collazo Hernández.

“Ya se ha creado el trip que consiste en visitar todas las banderas de Puerto Rico, todas las banderas que he hecho en los municipios, pero creo que lo importante no es conseguir un destino y llegar a la bandera, lo importante es disfrutarse el camino, valorar lo que somos”, dijo el estudiante de enfermería minutos antes de que una seguidora le pidiera plantar un brochazo a una de las franjas blancas de la monoestrellada.

“Me quitó la brocha”, anunció el pintor a gritos y la audiencia le respondió con aplausos y risas.

Félix “El Cano” Delgado Montalvo, quien sigue y ha reconocido el trabajo de Collazo a través de Facebook se planteó: “por qué en Cataño no puede haber una bandera de nuestra patria, que es de todos”.

Entonces, el alcalde de Cataño lo contactó, aunque por lo regular el pintor llega a los lugares sin invitación.

“Esto no es solamente un arte, sino que va a ser parte del desarrollo cultural, turístico y económico de nuestro municipio”, dijo a Primera Hora el líder.

Precisó que dentro de su proyecto de gobierno municipal y plan de desarrollo económico la cultura y las artes forman parte fundamental.

Otras iniciativas vienen en camino como una antesala al Día Nacional de la Salsa con eventos durante dos días y el desarrollo de un trayecto de chinchorros a la que dijo que llamarán “La Ruta del Amolao”, en honor al exalcalde Edwin Rivera Sierra.

La gente seguía llegando, preguntando qué pasaba, qué se celebraba y una vez sabían disfrutaban la gestión y uno que otro planteaba: “ya hay una bandera en mi pueblo”.