Una semana después del paso del huracán Irma, un poste con cables del tendido eléctrico juega con la fuerza de gravedad en la calle Guaracanal Arriba en Río Piedras, donde los vehículos tienen que pasar por debajo del inmenso palo atravesado en la carretera, como si estuvieran bailando el limbo.

Además de las familias del sector, por debajo del poste guindando tienen que pasar raspando los carros oficiales del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), ya que más adelante está el Negociado de Bosques y Vida Silvestre, y más arriba ubica la Casa Manrique Cabrera, adscrita a la Universidad de Puerto Rico (UPR).

Otros dos postes bloquean la entrada a una residencia al lado de la vía pública y un árbol se balancea encima de los cables eléctricos, aparentemente sin energía.

Un poco antes, del lugar están el Colegio Creativo y la sede del Cuerpo de Vigilantes del DRNA. 

La comunidad no tiene electricidad desde el mismo día del ciclón.

Un grupo de personas lamentó que no han recibido ayuda de alguna dependencia del Gobierno y se mostró preocupado por el peligro que tienen para llegar a sus casas.

“Aquí no ha habido gobierno, ni nada… El abandono es claro. Nosotros, la comunidad, somos los que hemos hecho lo que hemos podido”, dijo José Otero Virella, un empleado retirado del Servicio Postal, quien reside en el sector desde 1989.

“Los únicos que han venido aquí son ustedes (Primera Hora)”, sostuvo Otero Virella.

Relató que enseguida que pasó el huracán “sentimos un impacto tremendo y quedamos incomunicados”. 

El azote de Irma en el área fue mayor que el de los huracanes Hugo y Georges, dijo.


“Mi esposa trabaja en el Centro Médico y ha tenido que salir arriesgando su vida. Aunque somos pocos vecinos aquí hay un peligro. Esto ya se barrió, porque estaba peor, y aunque estamos conscientes de que en Energía Eléctrica hay mucho trabajo, porque San Juan está sin luz, lo más importante es la seguridad”, añadió.

Bartolo Rivera, otro vecino, dijo que a pesar de que empleados del DRNA pasan constantemente por el área de peligro, y marcaron con cintas rojas algunas de las áreas impactadas, “no tienen autorización para trabajar con los árboles (que están encima del tendido eléctrico) hasta que no venga la AEE”.

Su esposa, la profesora retirada de la UPR, María I. Rosa Álvarez, relató que el jueves llamó dos veces al teléfono que anunció el Gobierno para atender la emergencia y en la segunda llamada, escuchó a través del auricular que alguien dijo que “no se iban atender nimiedades”.

La profesora agregó que el sábado volvió a llamar al número telefónico y que la persona que la atendió le dijo que le pondrían una nota “de rush, pero hasta el sol de hoy” (nada ha pasado).