Después de horas de pesadilla, Culebra amaneció con el consuelo de que los estragos del huracán Irma no fueron tan terribles como se temía. 

Como categoría 5, Irma comenzó a azotar a Puerto Rico por esta isla municipio. Desde temprano en la mañana del miércoles comenzaron a entrar fuertes ráfagas y aguaceros.

Ya a la 1:00 de la tarde los fuertes vientos golpeaban de forma sostenida y a eso de las 2:30 p.m. el ciclón atacaba con furia. 

El zumbido de los vientos entre edificios y casas abonaban a la impresión de cataclismo. La lluvia limitó la visibilidad a unos pies por varias horas. En el refugio de Culebra, en la Escuela Ecológica, algunas puertas chocaban sin parar y varias planchas de zinc rechinaban mientras salían volando.

Mientras árboles caían, los refugiados se aglomeraban en los salones con tensiòn sin poder dejar de pensar en la suerte que corrían sus casas.

Entrada la tarde, algunos no podían resistir la tentación de salir a ver lo que pasaba, pero oficiales de la policía constantemente los devolvían para que no fueran arrastrados por las ráfagas o fueran golpeados por objetos que volaban. De hecho, la directora de la escuela, Dimaris Curbelo, por poco resulta golpeada por una de las planchas de zinc.

Cerca de 80 personas pasaron la noche en el refugio. En medio de la tempestad una mujer con sus dos hijos y una envejeciente tuvieron que ser rescatados debido a que un árbol le rompió parte de la casa cuando le cayó encima y las tormenteras se las llevó el viento, por lo que sus ventanas de cristal se rompieron.

La ferocidad de los vientos comenzó a disminuir entrando la noche. Todavía las ráfagas continuaban, pero la lluvia comenzó a cesar a eso de las 7:00 de la noche.

Así los culebrenses se fueron a dormir, a la expectativa del saldo. Al amanecer, constantemente manifestaban su alivio, pues se habían preparado para algo peor.

Hasta a eso de las 9:00 de la mañana no se habían registrado fatalidades ni heridos. 

Los daños mayores fueron residencias en madera y hogares en trailers.

La isla municipio seguía sin servicios de electricidad ni agua, la espera de poder encender más tarde generadores de la AEE.

Tambièn estaban a la expectativa de comunicación con el gobierno, pues se recibieron informes de que vendría el gobernador Ricardo Rossello.

Las comunicaciones estaban caidas desde ayer. Solamente había un sector en el muelle a donde llegaba un poco de señal de celular.

"El huracán Hugo lo pase en Fajardo en casa de una hermana y eso fue como si no hubiera pasado nada, pero este... yo decía 'ay Dios'. Yo veía los abanicos como que se me iban a caer encima y los muchachos me decían: tranquila. Uno sentía los vientos como que era el fin del mundo", detalló doña Beatriz Albert.