Un puñado de empleados de la Escuela Vocacional República de Costa Rica, en Caguas, intentaba rescatar hoy los pocos artículos que sobrevivieron a la embestida del huracán María.

El plantel, de una matrícula de 780 estudiantes, sufrió dramáticos destrozos, sobre los cuales su directora, Ada Nelly López, hacía inventario desde temprano. Todos los salones se inundaron, varias estructuras perdieron su techo de zinc y ventanas, la cancha quedó destruida y de la cooperativa escolar solo quedó el esqueleto.

“Lo más que me preocupa es la seguridad. Todo está expuesto”, expresó López.

“Ahora mismo, si se pudiese habilitar con agua y luz, solo el 20% de la escuela estaría funcionando”, abundó.

López se expresó preocupada con que se pierda el semestre como consecuencia de la destrucción del plantel. “Las clases básicas puedes darlas donde quiera, pero damos 18 talleres con equipo especializado. Por ejemplo, soldadura, mecánica, colisión”, dijo.

La directora escolar no era la única presente en la escuela. Nayra González, estudiante de 14 años, y su madre, Omayra Estella Mulero, ayudaban a mover los pocos equipos que había sobrevivido a un espacio más seguro.

“Estoy sorprendida y triste porque este es mi futuro”, expresó la adolescente al reaccionar al estado en el que encontró la vocacional.

Estella Mulero indicó, por su parte, que ella y su hija contribuirán a cualquier esfuerzo para reconstruir el plantel, en el que laboran 73 empleados docentes y no docentes.

“No la esperaba ver así (a la escuela). Pero vamos a meter mano.  Vivimos cerca y en lo que podamos ayudar, aquí estaremos”, agregó.

La Escuela Vocacional República de Costa Rica fue una de las muchas estructuras en Caguas que resultaron con considerables daños como consecuencia del paso del potente huracán María por nuestra zona.

En el casco urbano de Caguas, la antigua sede del Banco Bilbao Vizcaya perdió parte de su fachada. Ayer, transeúntes y conductores se detenían curiosos a observar el daño. De igual forma, el Jardín Botánico de ese municipio exhibía destrucción y desorden en sus áreas verdes.

Mientras algunos hacían inventarios del daño a sus propiedades, otros salieron a la calle en busca de comida. En la panadería Las Asturias, en el casco urbano, decenas hacían fila bajo la lluvia para comprar una libra de pan.

Erick Ortiz Colón dijo haber viajado desde Humacao en busca de un cajero automático. De paso, aprovechó para comprar pan en Las Asturianas, uno de los pocos negocios de alimentos que abrieron hoy. Esperó en la fila casi una hora antes de ser atendido.

“Me voy a llevar lo que me puedan dar”, dijo el hombre de 38 años. Explicó que ya los suministros en su hogar se habían agotado.

“No pensábamos que iba a ser tan fuerte. No hicimos una compra grande”, justificó.

Rafael Díaz Rivera, de 76 años, dijo estar dispuesto a esperar el tiempo que fuera necesario para comprar medio galón de leche fresca para su nieto de 4 años.

“Cuando los nenes piden hay que darles. Yo hago cualquier cosa”, afirmó.

En poco más de una hora, la panadería había vendido 500 libras de pan. Por la alta demanda de clientes, Ricardo Santiago, copropietario del negocio, optó por limitar a un paquete por cliente. “Tengo 1,000 libras. Cuando se vendan, tengo que cerrar. Por hoy, no tengo más”, afirmó.

Muchas calles a través del municipio continuaban obstaculizadas. Tanto de personal del municipio como de la Guardia Nacional trabajaban para reestablecer el tránsito.