Las circunstancias en las que murió una tinglar hallado sin cabeza y extremidades el domingo a orillas de una playa en Isabela aún están bajo investigación de las autoridades.

Aunque se barajea la posibilidad de que el animal haya sido víctima de inescrupulosos que  matan a esta especie para la venta de su carne, no se descarta que la tortuga haya sido atacada en agua por un depredador marino. 

“Al momento, es difícil descifrar si la muerte de este tinglar fue incidental, si fue producto de un depredador o si hubo mano criminal. La ausencia de las extremidades en los tinglares es usualmente la señal de que una persona la capturó y la mató. Sin embargo, las marcas de mordidas y de golpes con las piedras levantan algunas dudas.”, manifestó la secretaria del DRNA, Carmen R. Guerrero Pérez.

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“Habían par de heridas que parecían mordidas, que podía ser que la atacaron pero no tenemos la evidencia para decir que sí o para descartar que  hubo mano criminal. Podemos decir que fue un depredador  pero que casualidad que la tortuga no tenía las mismas partes que se llevan cuando es mano criminal,  pero no sabemos y estamos en esa incertidumbre”, señaló a Primera Hora Julián R. Rivera, biólogo del Programa Vida Marina de la Universidad de Puerto Rico (UPR) de Aguadilla. 

A pesar de que no hay huellas que den a pensar que el animal haya salido a anidar en el área -la temporada de anidaje comienza a mediados de marzo-  ni que se encontraron rastros de sangre en la zona, lo que podría llevar a pensar que pudo haber muerto en el mar, la realidad es que también ha persona que atrapan el animal, lo matan y luego la lanzan al mar. 

Rivera, quien es coordinador de la división de Tortugas Marinas, expresó que en los cinco años que lleva destacado en el programa no se había  topado con un caso similar con un tinglar, aunque si se ha topado con casos de varamientos de Carey, otra tortuga marina en peligro de extinción.   

El tinglar es la tortuga más grande del mundo. Fue incluida en la lista de especies en peligro de extinción en el 1970. El año pasado en la costa oeste se reportaron 240 anidajes de tinglar y sólo 22 de Carey. 

El matar, dañar, molestar, atrapar, comprar o vender una tortuga marina, parte de ella (huevos) o algún material derivado de ella (jabón, crema, prendas), es un delito federal que puede conllevar una multa de hasta $50,000 y un año de cárcel.

La investigación del delito quedó en manos del Cuerpo de Vigilantes del DRNA, mientras el Programa de Vida Marina tendrá a su cargo determinar el tipo de herida del animal.

Quienes vean o conozcan a personas que capturan y matan tinglares careyes o peje blanco, pueden llamar a los números: 787-724-5700 o al 787-230-5550.