A las nueve de la noche de hoy 100 personas se habían presentado o habían sido llevadas al refugio en Aibonito, 70 al de Cidra y 52 al de Cayey, tres pueblos por donde según los pronósticos, debe pasar el ojo del huracán María en las próximas horas.

En Cidra llamaba la atención que varias personas decidieron refugiarse por primera vez en la vida a causa del temor a los estragos que pueda causar un huracán categoría 5 cuyos vientos sostenidos alcanzaron las 175 millas por hora y que se movía a un ritmo relativamente lento de 10 millas por hora. Incluso la escritora Evelyn Cruz llegó a la escuela elemental Urbana de Cidra, en el barrio Río Abajo, según se informó.

“Nunca me había refugiado. Yo vivo en la Urbanización El lago. Lo que pasa es que tengo una puerta corrediza de cristal y las tormenteras son un poquito ya viejitas y me las puede arrancar el huracán por los vientos que tiene. La misma administradora (del complejo de vivienda subsidiada) me dijo que si me podía refugiar, que me refugiara. Llamé al municipio y gracias a Dios me respondieron”, explicó Migdalia Colón, quien llegó con sus hijos Desiree y Erik Berríos, de 26 y 22 años, respectivamente.

“No es fácil (decidir refugiarse por primera vez), pero yo dije, ‘bueno, es la vida de mis hijos y la mía’, y gracias a Dios hasta el momento ha ido todo muy bien y estamos bien”, afirmó.

Colón y sus hijos compartían el mismo salón que Lydia Martínez, de 75 años; Maritza Ortiz, de 60; su hija Pamela González Ortiz, y las niñas de esta, de 11 y 2 años. Minutos antes de conversar con este medio participaron de una oración junto al resto de los refugiados. Poco después llegaron seis personas más, incluido Maximiano Hernández, quien no había querido dejar su hogar hasta que miembros del Centro Único de Respuesta a Emergencias de Cidra (CURE) llegaron a la propiedad localizada en el sector Gándaras 1 y lograron persuadirlo.

Esta zona de la Cordillera Central de Puerto Rico estuvo muy activa durante el día, con largas filas de autos en la entrada de gasolineras, y familias protegiendo puertas y ventanas con paneles, plásticos y hasta cinta adhesiva. Comercios emblemáticos, como las famosas lechoneras del sector Guavate de Cayey, cerraron sus puertas temprano, y al filo de las 6:00 p.m. había muy pocos comercios operando. Al caer la noche, se sentían ráfagas esporádicas, pero lo suficientemente fuertes para derribar ramas y provocar que el servicio de energía eléctrica se interrumpiera en varios sectores. Algunos también reportaron interrupción del servicio de agua potable.