Toa Baja.- “Tienen que recoger los escombros, si no, nos vamos a inundar otra vez”.

Esa era la queja común en Levittown, donde las fuertes lluvias arrastraron troncos de palos y otros desperdicios que inundaron varias calles del complejo de urbanizaciones.

El nivel de las aguas provocó ansiedad en muchos residentes ya que amenazó con desalojar familias como ocurrió la madrugada después del paso del huracán María. 

La inundación de varias horas puso ayer en alerta a brigadas de la Guardia Nacional, de Manejo de Emergencias, la Policía y del Cuerpo de Bomberos que se movilizaron a la Avenida del Lago, donde las aguas alcanzaron los dos pies.

En un momento se temió que la inundación fuera mayor, porque la Policía anunció que habían abierto las compuertas de la represa La Plata como la madrugada después del ciclón, pero luego la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA), corrigió la alerta. 

Después de permanecer en vigilia por más de una hora en la Quinta Extensión, las brigadas se retiraron, aunque las aguas no habían cedido en su totalidad y la Policía no permitía el paso a las áreas inundadas.

Durante la emergencia, un joven llegó al área y dijo que el alcalde Bernardo “Betito” Márquez estaba disponible para contestar preguntas de la prensa, más abajo.

Márquez no se presentó al lugar y tampoco estuvo disponible por teléfono, mientras muchos de los residentes tronaban en su contra. 

El lunes informó por escrito que firmó un contrato con el Cuerpo de Ingenieros de los Estados Unidos para el recogido de los escombros.

“Hay que preguntarle al alcalde por qué no han venido a recoger eso (los escombros). Mira lo que pasó, que se inundó esto otra vez hoy”, lamentó Rogelio Torres, residente de la Quinta Sección de Levittown.

En el lugar, la acera está tapada con los desechos de los árboles que tumbó el huracán y también hay amontonados colchones, muebles y ropa que perdieron los residentes cuando las aguas entraron a sus casas el mes pasado. 

“Soy paciente de cáncer. Tengo una colostomía y esto tiene que parar. Estoy enfermo y así como estoy, todo esto lo he tenido que limpiar porque no aguantaba. Le tuve que pagar 10 pesos a un muchacho para que tirara eso al lado de allá”, narró el hombre con voz quebrada. 

Sostuvo que en la inundación del pasado 21 de septiembre su familia perdió todas las pertenencias. Indicó que la semana pasada personal de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias visitó la casa “y estoy como un loco llamando, pero el depósito (del dinero) no llega”.

‘’Éste (el Alcalde) está dormido. Tiene que despertar. No sé qué le pasa al Alcalde. Él sabía que iba a coger un pueblo en quiebra, pero está dormido”, indicó Torres, de 62 años de edad, desde el balcón de la casa. Adentro estaban su esposa y un nieto. “Ahí hay comida podrida. No han recogido nada”, sostuvo la mujer.

“Los escombros que se han sacado aquí es por la gente picando palos y los llevan a vertederos clandestinos. Gracias a Dios que hoy (ayer) no pasó nada. Salimos de un corrupto y ahora tenemos a un inepto”, expresó, Jorge Otero, residente de la urbanización Lagos de Plata.

“Hay que recoger esos escombros obliga’o”, exclamó otro vecino del sector, Michael Álvarez Kaser. “En la Cuarta Sección me tiré a destapar dos calles y la gente me preguntaba si yo era del Municipio. Me quedé solo con un vecino vaciando las calles”, sostuvo Álvarez Kaser, quien dijo que además, de los escombros, las inundaciones las está provocando el mangle “que lo pelaron”.

“Aquí el problema con las alcantarillas siempre ha existido y como el suelo ahora está tan saturado se ha inundado rápido”, indicó el mecánico, Rafael Rodríguez.

En la calle Luis Llorens Torres de la Sexta Sección, donde también había personal de Bomberos y de emergencias, una madre y su hija de nueve años, contemplaban el nivel de las aguas desde el patio de su residencia.

“Esto ha sido un desastre. Todo está lleno de escombros. En ese sentido no han sido muy proactivos que digamos”, afirmó Tachira Morales. “El 24 de este mes me voy con mi hija a Orlando por esta misma situación y la inestabilidad en el trabajo. Vamos a salir de esto, pero va a ser algo bien lento”, dijo entre lágrimas la joven madre.

La madrugada del 21 de septiembre, un día después del paso de María por Puerto Rico, el pueblo de Toa Baja sufrió graves inundaciones que obligaron a desalojar y rescatar a centenares de personas de las urbanizaciones de Levittown y otros sectores del pueblo que quedaron bajo agua.

En esa ocasión, las inundaciones ocurrieron luego que las aguas del Río La Plata salieran de su cauce y llegaran hasta múltiples áreas habitadas del municipio.

Esa noche, las compuertas de la represa La Plata habían sido abiertas tras alcanzar su límite máximo y los vecinos alegaron que nunca fueron notificados o que nunca escucharon las alarmas.