A los residentes de urbanizaciones y condominios que tienen control de acceso no les ha quedado de otra que hacerse cargo de la seguridad de su zona. La falta de luz ha hecho que los portones estén abiertos de par en par y hay oficiales de seguridad que no han podido reportarse a sus áreas de trabajo en algunas urbanizaciones.  A esto se le suma el miedo de muchos vecinos ante el alza de robos en el área metropolitana desde el paso del huracán María.

José Antonio Pacheco vive en la primera casa de la urbanización Mansiones de Alejandrina en Guaynabo. Aprovecha su ubicación para estar al tanto de todo aquel que entre y salga que no le sea conocido. Su vecino está en las mismas. Entre los dos, son los vigilantes oficiales de la calle donde hay sobre 15 familias.

“Aquí estamos con el portón de acceso abierto porque no tiene ni luz ni planta eléctrica. Yo estoy retirado y mi vecino también y nos sentamos afuera a ver quién entra a la urbanización. Nos conocemos a todos los que viven aquí”, dijo Pacheco, a quien en ocasiones se le une su hija para ayudarlo a echarle el ojo a la urbanización.

Los residentes del Palacio del Monte en Toa Alta, cuyo portón también está abierto por la falta de energía eléctrica, se han organizado para delinear una serie de medidas de seguridad. Aunque cuentan con guardias las 24 horas del día, no les parece suficiente para las 198 casas que yacen en la urbanización. Según el vicepresidente de la junta de residentes del Palacio del Monte, se hizo una compra de 12 radios walkie talkie para repartirlos a ciertos vecinos y se ha instalado una luz roja en la caseta del guardia que se encenderá cuando haya algún problema y/o peligro en la urbanización. Además, todos los vecinos tienen instrucciones de que cuando se sientan inseguros ante malhechores en el área o algún intento de robo, suenen las alarmas de sus carros para que todos estén al tanto y el caco salga huyendo.

Las Casitas de Monte Sur en Río Piedras también tienen sus mecanismos de seguridad. Si los residentes de la comunidad se sienten inseguros, comenzarán a sonar las cacerolas para ahuyentar al pillo. También decidieron en una reunión de residentes llevada a cabo el martes, que gritarán ‘Intruso’ si ven algo raro.

“Yo soy bastante nocturno, al igual que mi vecino. Así que decidimos estar hasta las 2:00 de la mañana velando la zona. Después de esa hora, pues que todo el mundo coja las ollas y a olla limpia espantar a los fantasmas intrusos”, explicó Alejandro Pérez, quien reside en las Casitas.

Para Elba Paoli, quien lleva 40 años viviendo en las Casitas de Monte Sur, “ha sido maravilloso porque ha habido una solidaridad muy grande. Entre todos los vecinos velamos por la seguridad de aquí”.