Joel Peña llegó a El Mesón de Amor, un comedor que sirve cena de martes a jueves a los universitarios del recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico (UPR),  en busca de alimento hace  año y medio y se quedó. 

El inicio de su carrera universitaria, al igual que lo fue su  niñez, no fue fácil.

“Algunas veces almorzaba y no sabía qué comer después”, contó el joven de 20 años, que también hace una segunda concentración en economía.

Como tantos otros, Joel recibe la Beca Pell pero la ayuda no es suficiente para cubrir los gastos que conlleva la carrera académica.

Relacionadas

Para completar durante su primer semestre hubo un problema en la solicitud, lo que lo privó de la ayuda inicialmente. 

“Uno piensa al fin te dan un cheque de $800 al principio del segundo semestre, pero como $400 o $500 se te van en libros  y compra de ropa para la vivienda y se me hizo un poco cuesta arriba con la comida”, relató.

 El costo de un año de estudios  en la UPR  para un estudiante que se hospeda y estudia a tiempo completo ronda los $14,000. 

La cifra incluye el costo de matrícula, laboratorios, comida, vivienda, libros y demás materiales necesarios para completar una carrera.

El primer semestre su tía materna, quien lo acogió a él y a su hermana luego de la muerte de su madre y padrastro, le podía dar sólo $20 para  la semana, dinero que tenía que dividir entre comida y los pasajes diarios de guagua entre Río Grande y Río Piedras.

Actualmente se hospeda, lo que también resulta de una gran ayuda.

“Lo que hacía era que traía comida, aunque habían sus excepciones y lo que hacía era que me compraba chucherías como galletas... conocí gente de la residencia que  bregaban y nos calentaban la comida”, sostuvo Joel, quien hoy día colabora en el centro. 

Según  resultados preliminares del conteo nacional de personas sin hogar,  encabezado a principios de año por el Departamento de la Familia y  la organización Coalición de Coaliciones, en el pueblo de Mayagüez hay un promedio de 150 deambulantes, entre los cuales hay siete estudiantes activos en el recinto  de la UPR de esa ciudad,  dejando al descubierto el difícil  panorama que atraviesan algunos de nuestros universitarios.

Luis Del Valle, estudiante de maestría, ha tenido sus altas y bajas a través de su carrera universitaria.

Ha tenido semestres buenos y otros no tan buenos en lo que ha tenido que recurrir a diversas medidas para seguir adelante. 

Entre sus compañeros ha visto de todo: desde los que reducen la carga académica  hasta los que no tienen qué comer. 

Para sobrevivir los estudiantes de bajos recursos, dijo,  preferiblemente  tienen que vivir en alguna de las residencias del recinto o al menos compartir un apartamento con varias  personas. 

En cuanto a la comida lo ideal es comer en el hospedaje o mejor aún, reunirse un grupo de compañeros  y  compartir la comida, algo que hacen.

“La realidad es que hay menos ayuda económica,  menos asistencia de investigación y cátedra, se redujo el horario de estudio y trabajo, hay menos oportunidades de trabajo cercanas a la universidad y se encareció el costo de vida. Se nota en los libros, se nota en la matrícula, se nota en la comida, en la gasolina, el transporte... entonces cuando sumas la totalidad de todos los impuestos nuevos, pues sí se siente”, dijo el estudiante de sicología  de 33 años. 

Este semestre, relató, no está trabajando porque como estudiante de maestría tiene  que hacer investigaciones, publicar y tener otras experiencias extracurriculares que  le imposibilitan trabajar.

“Es difícil que una persona lo haga solo. Usualmente se hace en colectivo y por servicio comunitario”, planteó Del Valle.

Más que un plato de comida

Fue en octubre de 2011, luego de la huelga en la UPR,   que nació El Mesón de Amor. 

Aunque inicialmente miembros de la iglesia Casa Amor, Fe y Esperanza, que Belkys Moya pastorea, se  plantearon la posibilidad de hacer un comedor para deambulantes, ella tenía claro que si había una población a la que debía ayudar era a la estudiantil.

Y no era porque los deambulantes no se merecieran la ayuda,  sino porque hay varias organizaciones en la comunidad que atienden la población. 

“Ellos vienen porque  quieren estudiar y no tienen para comer. Un plato de comida está sobre los $6 y algunos no tienen ese dinero”, sostuvo. 

Belkys  sirve la cena de lunes a jueves, empezando a las 5:00 p.m., en un edificio que han restaurado poco a poco gracias a la ayuda de individuos, empresas, estudiantes y profesores de la Escuela de Arquitectura que donan su talento.

La comida, por el momento, la hacen en una panadería. 

Ellos llevan los alimentos y pagan por su preparación. En promedio sirven unos 70 platos diarios, pero hay días en los que han llegado a los 120.

“Como pastora creo que nunca he orado tanto y cuando vemos que tenemos aquí 100 personas, oras y Dios hace un milagro o les dices: ‘tenemos que cerrar porque no hay comida’. Gracias al Señor, Dios siempre ha suplido”, dijo. 

Los días  que les queda comida, la mandan para cualquiera de las residencias del campus de Río Piedras para aquellos estudiantes que no pudieron llegar, algo que ocurre usualmente con los deportistas, cuyas practicas coinciden con el  horario del comedor.   

Los planes son en grande porque Belkys confía en poder tener un dormitorio para jóvenes que por situaciones fuera de su alcance no tengan donde pasar la noche.  

¿Cuál es la mayor necesidad de los jóvenes?

 Amor, comprensión, tienen unas problemáticas. Tú te sientas a hablar con ellos y dices: ‘wow, de verdad que no puedo creer lo que estoy oyendo’. Son historias de jóvenes que a pesar de que la vida los ha marcado, que los ha tratado duro, quieren echar para adelante. ¿Cómo no ayudarlos?

“Esto es algo que está pasando aquí en Río Piedras. No estamos hablando de otro país  sino del primer centro educativo, donde hay estudiantes en necesidad. No estamos hablando de estudiantes que están jangueando, porque a veces esa es la percepción, de que no tiene dinero para comer pero sí para estar andando por ahí y no es así. Son estudiantes que quieren progresar, que quieren estudiar, que quieren echar para adelante”, recalcó.