Entre estos había un marcado número de turistas quienes, como el danés Ulrik Agerbeck junto con un grupo de jóvenes amigos, llegó desde su país natal expresamente a disfrutar del tradicional evento capitalino.

“Mi hermano vino hace cinco años y habló muy bien de las fiestas. Me las recomendó”, explicó Agerbeck a su salida de un hotel en el histórico islote. “Acabamos de llegar, pero todo luce muy bonito”.

Peter Vessel, otro de los cuatro miembros del grupo de Dinamarca, explicó que “estábamos en Rincón. Fuimos a pasar varios días allá para ir a la playa y quizás surfear un poco. Pero el plan siempre fue llegar hasta las fiestas (de la Calle San Sebastián)”.

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A diferencia de los jóvenes profesionales de Dinamarca, Frank y Kim Best se toparon con las fiestas por accidente. El matrimonio natural de Filadelfia visita a la Isla anualmente, pero nunca habían coincidido con la colorida actividad.

“Venimos en esta época todos los años. Pero nunca nos habíamos topado con esto. Antes veníamos en otoño. Pero ya hemos venido varias veces en esta época”, relató Kim. “Yo tenía asuntos de trabajo aquí y aprovechamos. Las ocasiones anteriores en las que vinimos, debió ser una semana antes o una después (de las fiestas). Pero desde que llegamos al aeropuerto, la persona que nos gestionó el taxi estaba muy emocionada por las fiestas y nos dijo que nos encantaría”.

Mientras pasaba la tarde, al Viejo San Juan seguían llegando visitantes locales y extranjeros, mezclándose en las plazas y las calles adoquinadas, al ritmo de batucadas, y de canciones de intérpretes locales como Ismael Rivera y Héctor Lavoe.

A las 5:00 p.m. estaba señalada para arrancar desde la Plaza de Armas la comparsa de los vecinos del Viejo San Juan.