Comerío - Ana Torres no pudo ocultar esta tarde la preocupación de perder su pequeña casa de madera y zinc, ubicada en el barrio Naranjo de Comerío, durante el paso por Puerto Rico del huracán Irma. 

Pero fue precisamente el reconocer el peligro al que se exponían ella, su esposo, José Cobián, y su hijo de 20 años, que prefirió abandonar su propiedad y proteger su vida en la Escuela Antolín Santos, que fue habilitada como refugio para los ciudadanos con hogares en lugares vulnerables en el municipio de Comerío. Allí se hospedan hasta el momento 41 personas. 

“Vinimos voluntariamente. Llamamos ayer al municipio, nos orientaron. Nos hablaron de que había refugios disponibles y tomamos la decisión de venir. Nos recibieron muy amablemente”, expresó la madre de 39 años. 

Indicó que durante una tormenta, cuyo nombre no pudo recordar, perdieron parte de la propiedad donde residen desde hace varios años, y que además de ser una estructura de construcción débil está rodeada por muchos árboles, según describió. 

“Mi temor más grande es mi casita porque es lo único que tengo, pero más importante es la vida de nosotros, y estamos seguros, y gracias al Señor estamos aquí. Ese es mi temor, perder lo poquito que tengo”, expresó. 

En la misma escuela se protegían de los efectos del fenómeno atmosférico Marcolina y Antonio Maldonado, de 70 y 73 años respectivamente. 

Los hermanos, que viven desde 11 años en el barrio Ariel, señalaron que la zona donde está ubicada su hogar “se inunda, como el río crece mucho nos mandaron para acá”. 

Marcolina y Antonio comentaron estar siendo tratados “de maravilla” y dijeron estar felices de poder haber sido alojados con su perra Tita, la que lucía nerviosa. 

Esta es la primera ocasión para los dos en un refugio durante una situación de emergencia. 

La escuela contaba hoy con 100 catres ante la eventualidad de que más personas pudieran llegar en busca de un lugar donde pasar el huracán. No obstante, tenían unos 500 catres adicionales reservados en caso de ser necesitados.