Miles de personas recorrieron hoy una parte de la Avenida 65 de Infantería, una de las principales de la capital de Puerto Rico, para reclamar el fin de la violencia que sacude en especial a los residenciales públicos de la isla caribeña.

La manifestación congregó a más de 10,000 personas, según informaron a Efe los organizadores sobre una marcha que recorrió uno de los tramos que fue cerrado hace semanas por la Policía a causa de un tiroteo entre bandas de delincuentes de varios residenciales públicos -viviendas para población con bajos recursos- cercanos.

Los manifestantes recorrieron la Avenida 65 de Infantería bajo el lema "Todos merecemos vivir en paz" por un tramo del distrito sanjuanero de Río Piedras, donde ubican los residenciales públicos Monte Hatillo, Berwind y Monte Park.

La iniciativa trata de llamar la atención de las autoridades locales sobre la guerra entre barrios que reina en la zona, donde bandas de delincuentes dedicados al tráfico de drogas de Berwind, Monte Hatillo y Monte Park se enfrentan de forma periódica con intercambio de disparos.

Desde que estos grupos llevaron a cabo los ataques a tiros, la Policía de Puerto Rico ubicó un helicóptero en el área que se pasea todas las noches para controlar la zona y darle mayor seguridad a los vecinos de los residenciales públicos.

Igualmente, desde que estalló la guerra entre los bandos, la Policía ha ocupado varios autos, específicamente dentro del residencial público Monte Hatillo, donde han encontrado drogas y armas.

Los organizadores llevaron a cabo la última manifestación de este tipo en 2012 coincidiendo con una punta de violencia y la iniciativa consiguió que volviera a reinar la paz.

Los residenciales públicos son focos de violencia en Puerto Rico debido al transito de droga que se registra en esas áreas urbanas de la isla caribeña que acogen a personas con bajos recursos que no pueden acceder a viviendas en el mercado libre.

La violencia protagonizada por bandas de delincuentes asociada al control por los puntos de venta de droga es una lacra que golpea a la sociedad puertorriqueña desde hace muchos años.