Utuado. Nos volvimos a reencontrar en Utuado, a más de 46 millas de distancia de las serpentinas y oficiales de custodia de Vega Alta. La cita nos llevaría a conocer cómo le había ido a Jackeline Cortés Montero un mes después de haber logrado su libertad. Llegamos puntual, pero nos hizo esperar unos minutos porque quería asegurarse de estar presentable. Mientras tanto, su nuera, Frances Vélez, nos ofrecía agua y conocíamos a los nietos de la hasta entonces reclusa, Anaí, Omar y Ángel, quienes jugaban en la sala con Lupita, la perrita de la familia. La escena era la antítesis de la prisión.

De repente, la espera terminó, dando paso a las preguntas relacionadas con la oportunidad de volver a empezar tras cumplir tres años y medio en prisión por ventas de drogas. Jackeline nos recibió con una gran sonrisa que acentuaba su apariencia, en la que lucía un jumper strapless negro, tacones rojos, collar negro y plateado, uñas largas y, no podía faltar, el cabello planchado. En pocas palabras, estaba emperifollá de la cabeza a los pies. La felicidad la arropaba, contagiando a quien la veía.

“La libertad es lo mejor que hay… No tienes a nadie detrás, a nadie que te esté dando órdenes”, expresó desde la sala del apartamento de su nuera en el residencial Fernando Luis García.

Aquel 16 de junio, nos recordó, una de las oficiales le dijo: “Te puedes ir, dale, recoge que te vas”. Horas antes, Jackeline estaba tan ansiosa que no pudo dormir en toda la noche, solo pensar –mientras permanecía acostada en su cama– que “por fin llegó mi día. Voy a salir de este infierno”.

Y salió “regia” de Vega Alta, a eso de las 8:00 de la mañana. La buscó su hija, Neisha Negrón, y una prima. “Ay mami, no vuelvas (allá adentro)”, le dijo Neisha.

Lo primero que hicieron fue llevarla de compras a un centro comercial.

¿Qué se siente tener otra oportunidad?

“(Que hay que) aprovecharla, porque uno no sabe si en otra sentencia le pueden dar a uno más duro... hay que saber valorizar la libertad, créeme que sí”. 

Sin embargo, no es la primera vez que Jackeline es ingresada a prisión, sino la sexta. “Esta es la vez que más me picó porque ésta fue la más que me dieron duro… me sacaron de la carretera… me dieron mucho tiempo en el caso que me cogí”, argumentó.

¿Por qué hubo reincidencia en las anteriores? 

“Por ignorancia, por ver las cosas color de rosa, por no tener mucha capacidad”.

Ahora,  ¿te sientes rehabilitada?

Sí… La Jackeline no rehabilitada era una problemática y Jackeline rehabilitada está más tranquila.

Jackeline, no obstante, reiteró que no puede garantizar que no regrese a una cárcel porque tiene familia, y “siempre hay un safaíto por ahí”. Se le preguntó, por lo tanto, si conocía de otra forma de defenderlos, y respondió que sí, con el diálogo. “Si hay un problema resolverlo y lo dejamos aquí, no hay que ir a los puños…”, explicó al hacer referencia a los cursos de mediación que tomó en prisión, además de otros como inglés, vivir sin violencia y literatura.

Por otro lado, la mujer de 41 años de edad aseguró que estos tres años y medio de encierro la ayudaron a valorizar la libertad, su familia y a mí misma, y a darse la oportunidad de ser querida.

Y es que Jackeline nos contó que se siente más comprendida porque al permitirse contar su historia en la serie especial Prisioneras del Pasado, las personas pudieron conocerla, más allá de su apariencia intimidante. “Nadie sabía por qué Jackeline era así  y porque hacía las cosas”. Ahora, en contraste, la ven de otra manera, no la Jackeline de carácter fuerte, con la que “yo no me atrevo a hablarle a esa mujer porque me da miedo” o porque “ay no sé cómo me vaya a salir”.

Jackeline, ¿cómo te ayudó el que te conocieran? 

“En mucho. Vi mucha gente que me quería más, que me amaba más, y me abrazaron más todavía, y me decían ‘Jackeline, tú no eres mala’”.

Mira aquí el especial multimedia Prisioneras del Pasado

Según nos relató durante las tres semanas que compartimos con ella en la cárcel de mujeres –donde la expusimos, junto a Marta Chávez y Marinela Maldonado, a la primera temporada de la serie de Netflix Orange is the New Black–, Jackeline sufrió maltrato durante su infancia, además de haber estado carente de “amor, comprensión, y (de) no tener una madre ahí, y a mi papá”.

Ahora, Jackeline tiene planes de mudarse a Estados Unidos durante el próximo mes porque entiende que allá “hay más oportunidades. Quiero irme a trabajar, quiero tener mis cosas, mi casa, mi hogar, y echar pa’lante, y cuando mi hijo salga (de prisión) llevármelo para Estados Unidos”, contó sobre uno de sus tres vástagos.

También lo hace porque entiende que allá no discriminarán con ella por ser una persona con múltiples tatuajes (90), aunque quisiera borrarse uno de ellos. “El de la cara, pues porque me marqué la cara por ignorancia”, confesó. Para ella, las lágrimas tatuadas en su ojo izquierdo significan “sufrimiento, dolor, por todo lo que he pasado en la vida”.

Jackeline aseguró estar “positiva” –su entusiasmo se percibió durante la entrevista– y decidida a decirle no al mundo de narcotráfico. “No voy a volver a hacerlo”.


¿ES POSIBLE LA REHABILITACIÓN?

Según la psicóloga Julimar Sáez Colón, la rehabilitación puede ser posible cuando la persona asume responsabilidad de sus decisiones y decide transformarse al analizar las consecuencias de sus actos, mientras que el sistema correccional se responsabiliza de facilitar el proceso al brindarle herramientas de cambio.

“La rehabilitación depende de la persona y no del sistema realmente”, explicó Sáez Colón a Primerahora.com.

El informe más reciente del Perfil de la Población Correccional Femenina Sentenciada al 30 de junio de 2012, reveló que la reincidencia entre la población encuestada fue de 38.26 por ciento.

“Cuando hablamos de reincidencia hay que tomar en cuenta varios factores como el compromiso, pero también el ambiente al que se expone al salir de la prisión y las expectativas que ellos tienen”, dijo Sáez Colón, quien trabaja, junto a la doctora Amarilis Colón, en Correctional Health Service (CHS), compañía que ofrece servicios de salud a la población penal.

Por ejemplo, el confinado o la confinada sale con unas expectativas pero tiene el récord dañado, así que si no obtiene un empleo rápido –y si a eso le añades un pobre manejo de emociones como la frustración– podría volver a las acciones que lo llevaron a prisión.

“Ya las personas le tienen un sello al que estaba en la cárcel, la sociedad los juzga, así que tienen que estar conscientes de que cada vez que intenten superarse van a encontrar dificultades, es un reto por la manera en que la sociedad los ve”, detalló. “La sociedad piensa que no es necesario trabajar con esta persona porque vuelven a lo mismo o es una pérdida de tiempo”, agregó.

En el caso de la mujer que cumplió sentencia, la falta de empatía provoca que se les vea como madres malas o personas que no son buenas. “Las vemos todo el tiempo juzgándolas”, opinó Sáez Colón.

Al respecto, Colón agregó que existe “una falta de empatía porque no nos ponemos en el lugar del otro, y eso es algo que puede sucedernos a todos (estar en prisión)… Estamos acostumbrados a emitir juicios de lo que los demás hacen, pero no sabemos lo que pasó en esa vida, no es justificar, sino entender para cambiar”.        

En particular, Sáez Colón destacó que usualmente la mujer que entra a prisión está más quebrantada emocionalmente que los hombres presos porque ha sufrido de abuso sexual, maltrato o uso de sustancias controladas. “Ha pasado emocionalmente unos procesos más retantes y dificultuosos que el varón, en términos generales”, subrayó.  

¿Qué hacer entonces para ser parte del proceso de rehabilitación de la persona que estuvo confinada?

A juico de Sáez Colón, la sociedad debe partir de la premisa que la persona delincuente es un ser humano y ofrecerle una oportunidad para que demuestre cómo va a hacer algo distinto.

“Si no le damos la oportunidad estamos limitando ese desarrollo que podría tener, por ejemplo, si no les damos trabajo –indicó– Si todo el tiempo estamos juzgando, no vamos a promover que su autoestima se fortalezca y quiera seguir mejorando”.

Jackeline Cortés salió de prisión el pasado 16 de junio.