El pasado domingo, cuando la naturaleza desató unas lluvias colosales sobre Puerto Rico, en el sector Villa Blanca de Caguas fue necesario rescatar a una veintena de personas que quedaron atrapadas por la súbita e implacable crecida del río Cagüitas. Y en ese angustioso momento, el niño Yanuel Torres Dones descubrió a su “superpapá”, que no solo se ocupa de la compleja labor de arrestar a peligrosos fugitivos, sino que también es capaz de atravesar crecidas, en medio de un feroz aguacero, para salvar a otras personas.

En la tarde del miércoles, ya con las aguas del Cagüitas todavía turbias pero muy lejos de representar peligro alguno, el niño de 10 años recordó aquel momento, expresándose con incontrolable orgullo sobre su papá, en el paseo a orillas del río, que todavía exhibía por todos lados, en la forma de bejucos atascados en verjas, muros y carros, las huellas de la impresionante crecida que provocó el huracán Fiona, que describieron como más grande que la del huracán María.

Yanuel relató que, aunque estaba con su mamá, se sintió asustado y nervioso cuando las aguas del río comenzaron a meterse a las casas de la urbanización. Fue entonces que, entre las personas parte del Departamento de Seguridad Pública y el Negociado de la Policía que estaban destacadas para atender la emergencia del huracán Fiona, llegó su papá como parte de la respuesta a los llamados de auxilio.

“Mi papá tuvo que dejar la guagua en el parque de allá atrás. Y vino corriendo a donde nosotros. Me sentí feliz de que me vinieron a ayudar, y que viniera mi papá a ayudarme. Me sentí orgulloso de mi papá”, afirmó Yanuel, mientras su papá lo observaba y trataba, sin éxito, de ocultar la emoción detrás de sus gafas de sol.

Pero rescatarlo a él y su mamá, fue apenas un paso en lo que terminó siendo una complicadísima operación de rescate.

“También fueron a donde mi vecina, que la mamá de mi vecina estaba encamada y la fueron a ayudar”, agregó el niño.

“Me siento feliz de que la Policía nos haya ayudado, nos haya salvado para poder seguir, para salvarnos nuestras vidas”, reiteró Yanuel.

“Y a mi papá le digo que me siento muy orgulloso de que él esté conmigo siempre, de que me ha ayudado, que nunca me dejó solo. Me siento muy feliz de eso, muy orgulloso de él. Lo veo como mi superpapá”, afirmó en niño, antes de ir a fundirse en un emocionante abrazo con su papá, el agente Víctor Torres.

Por su parte, “superpapá”, al igual que varios de sus compañeros de la unidad de arrestos especiales y extradiciones de la Policía, prefirieron no hablar del rescate dominical. De hecho, tomó bastante trabajo convencerlos de que estuvieran siquiera presentes mientras otra persona que sí aceptó hablar de lo ocurrido, el teniente Raúl Negrón, narró la odisea del rescate de más de 20 personas, que incluyó a varios ancianos encamados que residían en una égida.

De entrada, el director de la unidad de arrestos especiales y extradiciones describió el rescate como el operativo posiblemente más difícil en sus tres décadas de carrera en la Policía, a pesar de que ha estado presente en tiroteos, persecuciones y otras situaciones de alto peligro, además de los arrestos de peligrosos fugitivos.

“Esto es una unidad bien dinámica. Llevo ya 30 años sirviéndole en la fuerza policial de la Policía de Puerto Rico. Y de esos 30 años yo te diría que este fue uno de los momentos más difíciles que yo he tenido que pasar junto a mi equipo de trabajo”, explicó Negrón, que durante el momento de la entrevista estuvo acompañado por los agentes Joel Bermúdez, Ricardo Morales, Sergio Gómez, Víctor Torres y Luis Torres, todos parte del grupo de 12 agentes que llevó a cabo el rescate junto al teniente.

Negrón aseguró que, a pesar de lo diferente y excepcional de la situación que se les pidió atender, todos los agentes “de manera desprendida, y saliendo de su corazón, ninguno dijo que no. Todos dijeron estar dispuestos”.

“Hubo inclusive un compañero que teníamos dificultad en los vehículos, porque no teníamos vehículos todoterrenos, y él dijo, sin pensarlo dos veces, ‘aquí está mi vehículo’. Y yo le digo, ‘recuerda que se puede perder, y yo no puedo ser responsable’. Y él dijo, ‘que se pierda, que lo principal es ir a rescatar esas vidas’”.

Tras llegar a la caótica escena, se tiraron a rescatar personas, “primero una familia, una dama y un hijo, y luego más personas pegaron a gritarnos que necesitaban ayuda”.

“Seguimos caminando, en contra de la corriente. Me recuerdo que pegaron a bajar escombros”, continuó relatando Negrón. “Y nosotros estamos acostumbrados a manejar situaciones de peligro con armas de fuego... pero, esto que encontramos, un río, que en muchas de las ocasiones el agua nos llegaba al pecho, bajaba, sentíamos la corriente, la fuerza, para nosotros poder desplazarnos rápidamente era casi imposible. Teníamos que sujetarnos de las verjas, estar pendiente a los compañeros, que no los fuera a arrastrar las corrientes, que no nos fuera a dar un escombro, porque pasaban escombros volando, flotando, lo cual nos podía impactar y quizás arrastrarnos”, relató.

“Fue una situación, de verdad, de total crisis la que nos encontramos aquí. Pero, había personas pidiendo ayuda. Y en esta unidad no íbamos a dejar nadie atrás. No íbamos a dejar a ningún ser humano sin ofrecerle la ayuda que nosotros pudiésemos darle para poder lograr este rescate”, agregó. Las primeras personas rescatadas fueron llevadas a un lugar más seguro en una cancha. Y entonces llegó el aviso de la égida.

“Pero allí tenían personas encamadas, y esto nos complica. Y en el desespero, porque tampoco teníamos los teléfonos, no teníamos radiocomunicación, solamente había un teléfono en el equipo, yo decido brincar todas las cadenas de mando y comunicarme con nuestro comisionado, el coronel Antonio López. Y a través de una persona que se encontraba al lado de él, llamamos para que nos comunicara, porque no había otra opción. Él, como siempre, nos atendió la llamada, pero con el rugir del viento, el agua, no nos podía entender. Le enviamos el pin, y lo dejamos ahí porque la comunicación era imposible”, continuó.

Sin embargo, ese mensaje fue justo lo necesario, porque poco después, mientras trataban de buscar la solución a cómo sacar a los ancianos encamados, llegó el coronel, y junto a su equipo de trabajo se metieron al agua, se unieron al grupo de Negrón y sus agentes, “y llegamos al asilo, donde con un camión de la Guardia Nacional que había llegado comenzamos a sacar las personas que estaban encamadas, que no podían sentarse, no podían ponerse de pie, hasta que logramos sacar a todos”.

“Gracias, verdad, siempre pongo a mi Dios en esto, porque no lo hubiéramos podido lograr sin él”, agregó Negrón, con voz entrecortada, sobrecogido por la emoción del recuerdo.

“Fue bien duro, los fuimos sacando, las ambulancias, todo el equipo de trabajo de la división de arrestos especiales que se encontraba en el lugar, pues hizo el trabajo que tenía que hacer, hasta que pudimos pasarlos a los camiones y sacarlos fuera del área de peligro”, narró el teniente.

Ya con el sol brillando, y casi sin poder creer que estaban en el mismo lugar en el que apenas 72 horas antes habían visto hasta peces nadando sobre esa calle totalmente inundada, Negrón reflexionó sobre lo sucedido y expresó un enorme orgullo por su equipo de trabajo, “un grupo comprometido, que trabajó mano a mano, que de lo que teníamos en nuestras manos hicimos camillas, aparecieron sogas, tuvimos que tumbar un portón, un grupo que sabe utilizar los recursos que tenemos”.

“Yo estoy seguro de que, si no hubiésemos llegado aquí, estuviera una tragedia bien grande, Puerto Rico estuviera llorando ahora mismo”, reflexionó Negrón.

“Y lo importante, nosotros, la división de arrestos especiales, el Negociado de Inteligencia y Arrestos, estamos por la comunidad, estamos para servirles. Lo que siempre le pedimos a la comunidad, danos la oportunidad de servirte y de ayudarte. Y Eso fue lo que vinimos a hacer aquí”, insistió el teniente.

“Y como vieron, casi los tenemos que obligar para que estén aquí”, agregó Negrón en referencia a los cinco agentes que le acompañaban. “Es un grupo que la humildad está en sus corazones. Ellos no buscan grandes agradecimientos, grandes homenajes. Solamente buscamos la satisfacción de poderle servir a nuestro pueblo. Eso dice mucho de un servidor público. Y yo me siento orgulloso de dirigirlos a ellos. Son un gran grupo, de un corazón increíble, y un montón de cualidades. Yo soy quizás el director más orgulloso de su personal”.

“Este equipo de trabajo de trabajo ha arrestado a los tipos más peligrosos de Puerto Rico. Pero para nosotros no hay mayor satisfacción que salvar una vida. La satisfacción es enorme. Nos sentimos gozosos. Cada vez que nos miramos, nos sentimos regocijados de que pudimos salvar vidas, contentos de haber podido servirle a la patria, al país, como nuestros ciudadanos se merecen”, insistió Negrón, quien además aprovecho para agradecer por los mensajes de agradecimiento que han recibido por “esta misión, que creo que queda para la historia”.