El huracán María afectó negativamente a todo el mundo en este pueblo… hasta a los muertos.

Y es que, luego del colapso de una de las principales vías a causa de la crecida del río Grande de Añasco, los residentes y visitantes llevan meses transitando a través del cementerio San Cayetano para tener acceso al casco del pueblo, algo que ha causado más problemas que sustos. 

“Es deprimente que tengamos que pasar por esta situación y ni siquiera podamos dejar descansar a nuestros viejos en paz”, comentó Tony Vega, de 66 añosy residente del barrio Caracol en Añasco.

“Yo tengo a mi papá, mi mamá, abuelos y hermanos enterrados aquí y me da mucha tristeza cada vez que tengo que pasar, porque este no es el propósito de un cementerio. Y todo porque no acaban de abrir esacarretera”, agregó.

Fue un tramo de la carretera PR-109, en el sector Pozo Hondo, el que colapsó durante la emergencia del huracán María, una de las principales vías del pueblo añasqueño que también conecta con los municipios de Las Marías y San Sebastián del Pepino.

Van casi siete meses desde que se interrumpió el paso y todavía la vía no ha sido reabierta. 

Al principio, la única entrada para el casco urbano era a través de la PR-402 y la congestión de tránsito que se formaba era brutal. 

Fue entonces que el alcalde Jorge Esteves ordenó la apertura del portón del cementerio para que fluyeran los carros por ese camino.

“Por aquí pasan mucho más de 2,000 vehículos al día”, sostuvo Esteves al conversar con Primera Hora. “Pero nos ha causado un gran problema”. 

“Esta carretera está hecha para recibir solo a los vehículos que vienen para algún sepelio y los coches fúnebres. No está diseñada para vehículos de transporte pesado o maquinarias. Por eso la carretera se ha deteriorado, pero hubo que abrir este acceso al pueblo”, subrayó el alcalde.

Pero, además, la situación se ha tornado un dolor de cabeza para la logística del cementerio.

“Lamentablemente, hemos tenido que hacer mil ajustes para poder resolverle, tanto a los ciudadanos como a los que tienen un ser querido aquí. Hemos tenido que tomar la decisión de pedir que todas las despedidas de duelo se hagan en la funeraria para que cuando lleguen aquí, bajemos el difunto del coche fúnebre y pasarlo directamente a la propiedad (tumba), porque no podemos detener el tránsito”, explicó José Valentín, administrador del camposanto.

“Se han deteriorado las facilidades del cementerio por completo. Muchas de las propiedades (tumbas) se han llenado de polvorín, lodo, etcétera. Ha sido bien difícil”, agregó. 

El cementerio San Cayetano data del año 1890 y en su suelo fueron enterrados algunos de los fundadores del pueblo, así como prominentes familias de la zona.

¿Miedo a los difuntos?

La seguridad en el área es otra inquietud de los residentes ya que, por tratarse de un cementerio, carecen de zonas iluminadas representando un riesgo para los que por allí transitan. 

Y aunque los portones están abiertos las 24 horas, cuando cae la noche son pocos los que se atreven a pasar por allí.

“Al principio, a la gente le daba miedo, pero ya se han ido acostumbrado”, dijo el acalde.

Los feligreses de la iglesia Santa Rosa de Lima, que colinda con el cementerio, también han alterado el horario de sus actividades a causa de esta singular situación.

“Nosotros teníamos círculos de oración a las 7:00 p.m., pero por casi mes y medio las suspendimos porque la gente no quería pasar por el cementerio por la noche. Tuvimos que cambiaras a las 5:00 de la tarde para que la gente viniera”, expresó, por su parte, Ana Celia “Chiqui” Gutiérrez, presidenta de la comunidad de la iglesia y quien se crió justo frente al cementerio.

“Necesitamos mejor iluminación en la zona. Hemos perdido la tranquilidad y no nos sentimos seguros porque ahora pasan carros en todo momento, de día y de noche”, añadió.

Otros, sin embargo, no le temen a transitar por un cementerio, como Luz Esther Sánchez, de 86 años, y residente del barrio Cerro Gordo.

“No me da miedo. Me preocupa cómo se ha deteriorado el cementerio, pero los muertos no salen a comerse a nadie. Hay que tenerle más miedo a los vivos que a los muertos”, sentenció.