El potente huracán María penetró ayer como un barreno por el medio de Puerto Rico, arropando a toda la isla con feroces vientos de hasta 140 millas por hora que destruyeron total o parcialmente incontables edificaciones y con hasta 25 pulgadas de lluvia que hicieron salir de su cauce a múltiples ríos e inundaron innumerables comunidades, causando dolor, devastación y caos general, en el mayor desastre natural que enfrenta el país en décadas.

El fenómeno, que cuando pasó por la Isla era de categoría 4, la segunda más potente, causó también oleajes de hasta 25 pies y daños que hasta ayer solo era posible imaginar y temer en la infraestructura, ya de por sí débil y además de eso ya afectada por el huracán Irma, que pasó al norte dePuerto Rico hacía ayer justo dos semanas. 

El ojo de María tocó tierra cerca de Yabucoa, en el este, poco después de las 7:00 a.m. y salió por un punto entre Arecibo y Barceloneta a eso del mediodía. 

Antes, durante y después, el país vivió algunas de las horas más largas de su historia, aguardando con tensión incontenible un fenómeno que, cuando venía, tenía una potencia nunca antes vista aquí, sintiendo el feroz rugido del viento y viendo árboles, techos, verjas, semáforos y tejados volar cuando María galopaba sobre nuestras tierras y esperando por el impacto de conocer todo lo que se perdió una vez el ciclón iba en ruta al norte de la República Dominicana. 

Las comunicaciones, mientras tanto, colapsaron casi totalmente, dejando a incontables personas viviendo la dramática experiencia de no saber por horas de qué había sido de los suyos. La fuerza del fenómeno fue tal, que dejó vulnerable a todos los estratos de la sociedad, pues daños fueron reportados tanto en comunidades pobres como en sectores más pudientes. 

Ayer en la noche, habiéndose ido los vientos y quedando como un último saludo de María aguaceros que al cierre de esta edición seguían golpeando todo el territorio isleño, el país, viendo por primera vez parte de los daños sufridos, estaba estupefacto y desolado, contemplando un proceso de recuperación que será arduo, extraordinariamente costoso y durará meses, si no más.

“Ha sido un impacto significativo aquí”, dijo el gobernador Ricardo Rosselló, en una entrevista con Primera Hora, antes de conocer en detalle los efectos del huracán.

Es considerado uno de los más destructivos en la isla.

Anoche mismo, Rosselló solicitó al Gobierno de Estados Unidos que declare a Puerto Rico zona de desastre, lo cual liberaría fondos que se utilizarían para ayudar a emprender la recuperación. Igualmente, la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) se disponía a rehabilitar puertos y aeropuertos para traer la maquinaria que ayude a levantar la infraestructura del país. La necesidad era apremiante. 

El 100% de Puerto Rico quedó sin luz. Una gran cantidad de personas, de las que anoche no se tenía certeza de cuántas eran, estaban sin agua potable. El aeropuerto Luis Muñoz Marín sufrió daños significativos. Las comunicaciones telefónicas estaban severamente afectadas. Los servicios de internet funcionaban a medio pocillo. 

Múltiples carreteras estaban bloqueadas por árboles, escombros o inundadas por cuerpos de agua. Las compuertas de las principales represas de Puerto Rico, Carraízo, La Plata y Toa Vaca, fueron abiertas. El gobernador Rosselló decretó anoche un toque de queda que estará vigente desde las 6:00 de la tarde hasta las 6:00 de la mañana hasta el sábado, luego de que se reportaran algunas instancias de saqueos en la zona metropolitana. 

La dificultad en las comunicaciones hacía anoche difícil determinar con precisión la magnitud del desastre. Lo que se pudo ver hacía sospechar lo peor de las regiones de las que no se sabía nada, como el sur y el centro de la isla; las dos zonas más pobres y vulnerables de la isla y por las que la furia de María pasó como una aplanadora. De los pueblos del oeste y noroeste tampoco se sabía mucho. 

“Cuando podamos salir afuera, vamos a encontrar a nuestra isla destruida. La información que hemos recibido no es nada alentadora”, dijo el director de la Agencia Estatal para el Manejo de Emergencias y Administración de Desastres (AEMEAD), Abner Gómez.

Lo que se pudo ver ofrecía un cuadro de total desolación. En San Juan, la mayoría de las avenidas estaban intransitables, con semáforos y árboles caídos y escombros bloqueando los accesos. Las vitrinas de muchos negocios no resistieron la fuerza de los vientos. “Cantidad de casas en Cantera y Villa Palmeras están destruidas. Es difícil de procesar”, dijo la alcaldesa Carmen Yulín Cruz. 

El alcalde de Cataño, Félix Delgado, dijo que su pueblo había sido devastado. Las comunidades de Cucharilla, Puente Blanco, la Puntilla y Juana Matos quedaron “destruidas”, dijo Delgado, quien precisó que la Casa Alcaldía también fue severamente afectada. 

En Loíza, que fue uno de los pueblos más afectados por Irma hace dos semanas, con 79 familias perdiendo sus residencias, no se salvó en esta ocasión ni la alcaldía, cuya cúpula fue arrancada por los vientos de María. La alcaldesa Julia Nazario indicó que el ayuntamiento perdió nueve ventanas y se dañaron, el sistema eléctrico, equipos y documentos.

En Fajardo, en las calles había carros volcados, múltiples árboles en el suelo, semáforos caídos y botes destrozados en la Marina Puerto del Rey. El alcalde Aníbal Meléndez indicó que las comunidades Vista Hermosa y Barriada Roosevelt la mayoría de las casas fueron destruidas. 

Ayer se tenía certeza de que se salieron de su cauce en algún momento durante el día los ríos Grande de Loíza, Grande de Manatí y Grande de Arecibo, así como La Plata entre Comerío y Bayamón, Cibuco en Corozal, Guayama, Río Piedras y el Puerto Nuevo. 

También se reportaron inundaciones de gran magnitud en la urbanización Quintas de Canóvanas y en Río Grande.

María se colocó en ruta a Puerto Rico desde el pasado sábado y el lunes en la noche el país respiró hondo cuando alcanzó categoría 5, la más potente, con vientos sostenidos que llegaron a tener hasta 185 millas por hora. Se esperaba al huracán más potente en la historia de Puerto Rico. Sin embargo, perdió un poco de potencia tras devastar a la pequeña isla nación de Dominica y cuando llegó aquí ayer era de categoría 4 y los vientos más potentes registrados fueron de 140 mph.

Era, como quiera, el huracán más potente que afecta a Puerto Rico desde San Ciprián, en 1932. Fue menos potente que San Felipe, de 1928, el más fuerte de nuestra historia, que tuvo vientos de hasta 160 millas por hora. María superó en potencia a Hugo, de 1989 y aunque en categoría es igual a Georges, sus vientos fueron más fuertes. Georges causó $6,000 millones en pérdidas. 

Los reporteros José A. Delgado, Gloria Ruiz Kuilan, Javier Colón, Libni Sanjurjo, Bárbara J. Figueroa y Nydia Bauzá colaboraron con esta historia.