Sentados en sus pequeñas sillas, vistiendo sus llamativos uniformes rojos y azules, y con la inocencia retratada en sus rostros, siete niños y niñas autistas participaron ayer de la ceremonia de inauguración de un salón de preescolar especialmente preparado para ellos, en la escuela Josefita Monserrate.

Tan pronto la primera dama Wilma Pastrana, acompañada por el secretario de Educación, Rafael Román, cortaron la cinta de rigor, los pequeños se apoderaron del aula, que una vez sirvió de almacén, acomodándose sobre una alfombra en el piso, en el área de lectura, donde comenzaron a mirar libros y a agarrar piezas de unos legos “gigantes”.

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En tanto, la primera dama, también en el piso, les mostraba las ilustraciones, capturando la atención de algunos por breve tiempo.

“Sabemos que el autismo es una condición que puede superarse, si las señales se presentan a temprana edad y son atendidas a tiempo. Por eso tenemos que educar y crear conciencia en el país”, dijo Pastran, al iniciar los actos de inauguración.

En tanto, el secretario de Educación expuso que se va a reforzar la importancia de comenzar la educación desde pre escolar y no fragmentada, como hasta ahora, que se divide en etapas de seis a 12 años. Será continuo, de seis a universidad, dijo.

“Abrimos 13 preescolares más. Esta es una necesidad. En la mayoría de las escuelas hay salones a tiempo completo y muchas veces vamos a escuelas que no hay espacios. Ningún director de escuela está autorizado a cerrar esos espacios”, recalcó Román.

La secretaria asociada de Educación Especial, Doris Zapata, explicó que decidieron abrir preescolares ante la alarmante alta incidencia de niños con autismo.

“Tenemos que atenderlos a temprana edad, porque lo que yo no pueda atender a temprana edad, después se va a hacer más difícil”, apuntó.

Todo respiraba a nuevo en el salón recién inaugurado, con sus mesas, sillas y anaqueles de colores brillantes y sus atractivos materiales.

Dailín Ortiz, madre de Derek, quien tiene cuatro años, expresó su satisfacción por la apertura del preescolar, ya que “en otros lugares es bien difícil conseguir un salón de autismo para bregar con la condición de su hijo”.

Para Nilsa Mangual, madre de Nayelián, de cuatro años, representa un gran alivio tener un lugar donde se le dé ayuda a su niña.