San Francisco. "La Steve Jobs de la biotecnología". Así habían bautizado en Silicon Valley a Elizabeth Holmes, fundadora y directora ejecutiva de la compañía de análisis de sangre Theranos. Pero la fama le duró pocos años a Holmes, una emprendedora de 34 años que solía aparecer en las portadas de las revistas con las típicas poleras negras que usaba el creador de Apple. Ayer fue acusada por la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC) de fraude por "engañar a los inversores".

Según la SEC, Holmes y el expresidente de Thereanos Ramesh "Sunny" Balwani mintieron sobre su producto estrella, un analizador de sangre portátil que podía hacer estudios a muy bajo costo y con una simple gota de sangre tomada del dedo. Lo cierto es que Theranos realizó la mayoría de sus pruebas en máquinas fabricadas por otras compañías. Además, Holmes y Balwani mintieron al decir que los productos de la compañía fueron desplegados por el Departamento de Defensa de Estados Unidos en Afganistán.

De acuerdo con la SEC, Holmes y Balwani crearon una trama fraudulenta que les permitió recaudar 750 millones de dólares. El timo de la empresa salió a la luz en octubre de 2015, en un artículo publicado por The Wall Street Journal, en el que se reveló que la mayoría de las pruebas de sangre no procedían del sistema de Theranos.

Cuando explotó el escándalo, Holmes negó todo y culpó a la industria de los laboratorios. "Primero creen que estás loco, luego te pelean y después, de repente, cambias el mundo", le dijo al presentador Jim Cramer de CNBC, quitándole importancia al artículo de The Wall Street Journal.

A partir de ese momento, todo fue cuesta abajo, algo a lo que Holmes, la niña mimada de Silicon Valley, no estaba acostumbrada. En 2003, con tan solo 19 años y mientras estudiaba Química en la Universidad de Stanford, Holmes fundó Theranos junto con un profesor de su carrera.

En una entrevista confesó que se había inspirado en el terror que le tenía a las agujas para crear el "revolucionario" método de su empresa. Al principio, la joven trabajó en el sótano de una casa de un grupo universitario, pero seis meses después dejó la universidad y se dedicó a su empresa.

Durante la siguiente década, la compañía se transformó en un boom y llegó a tener entre sus clientes a la cadena de parafarmacias Walgreens (que luego presentaría una demanda). En 2014, Theranos, que contaba con 500 empleados, fue valuada en 9,000 millones de dólares. A su vez, Holmes, con 30 años, llegó a aparecer en la lista de grandes fortunas de Forbes. Su patrimonio se calculó en varios miles de millones.

Sin embargo, en junio de 2016 Forbes estimó que el valor de Theranos había caído a casi cero. Luego de las dudas sobre la eficacia de sus tests de sangre, la compañía anunció que estaba trabajando para desarrollar un "mini laboratorio". En octubre de 2016, Theranos despidió a 340 personas.

Holmes, que no negó ni admitió las acusaciones, acordó pagar una multa de 500,000 dólares. Además deberá devolver todas las acciones que tiene de Theranos, que obtuvo durante el fraude, y renunciar a cualquier posición de control. Tendrá prohibido dirigir una empresa durante diez años.

"El caso de Theranos es una importante lección para Silicon Valley", dijo la directora de la oficina regional de la SEC en San Francisco, Jina Choi. "Los emprendedores que busquen revolucionar e interrumpir una industria deben decirle a los inversores la verdad sobre lo que su tecnología puede hacer hoy, no lo que esperan que pueda hacer algún día", sostuvo.