El papa Francisco presidió hoy, por cuarta vez en su pontificado, la ceremonia de administración del sacramento del bautismo, en este caso a 28 niños y niñas que llenaron de llantos la Capilla Sixtina.

El pontífice pidió a los padres de los bautizados que hagan "crecer" la fe católica en sus hijos y consideró en una homilía que pronunció de manera improvisada que "la fe significa vida de fe porque la fe se vive".

"La fe no es recitar el credo del domingo cuando vamos a misa, no es solo eso, la fe es creer en lo que es la verdad: Dios Padre que ha enviado a su hijo y al Espíritu que nos da vida", agregó Jorge Bergoglio en sus palabras a los padres, trabajadores del Vaticano, sentado en un trono situado en el lado izquierdo del altar.

El papa continuó: "la fe es darse a Dios, es lo que debéis enseñarles con vuestro ejemplo y vuestra vida. Y la fe es luz: en la ceremonia del bautismo se os dará una vela encendida como en los primeros días de la Iglesia."

"Y por eso el bautismo, en aquellos tiempos se llamaba la iluminación, porque la fe ilumina el corazón, hace ver las cosas con otra luz", continuó.

"Habéis pedido la fe, la Iglesia la da a vuestros hijos con el bautismo y ahora tenéis la tarea de hacerla creer, custodiarla y que se convierta en testimonio para todos los demás", agregó el papa.

"Ha comenzado el concierto", bromeó el pontífice en medio de los llantos de varios de los pequeños que resonaban entre los altos muros de la Capilla Sixtina, bajo los frescos de la bóveda creados por Miguel Ángel y ante la representación del Juicio Final del artista renacentista.

"Es porque los niños están en un sitio que no conocen, se han levantado antes de lo habitual. Comienza uno, da la nota y luego los otros le imitan. Algunos simplemente porque llora el otro", comentó el papa.

"Jesús hizo lo mismo, me gusta pensar que la primera predicación de Jesús fue el llanto", aseguró Bergoglio.

"Y luego, como la ceremonia es un poco larga, alguno llora de hambre, y si es así, vosotras madres id a amamantarles, sin miedo, con toda normalidad", tranquilizó el papa a las presentes.

Antes de proceder al acto del bautismo, el papa insistió: "habéis pedido la fe, vuestra tarea es custodiarla, que sea testimonio para todos nosotros, también para los sacerdotes, obispos, etc, para todos".

Después, comenzando por una pequeña a la que impuso el nombre de Cecilia, el papa procedió a preguntar una por una a las parejas presentes ante la pila bautismal si aceptaban recibir el bautismo en la fe de la Iglesia.

Y luego, como en cualquier otra ceremonia bautismal que celebra la Iglesia católica en todo el mundo, el papa vertió sobre cabeza de los pequeños - 15 niños y 13 niñas - el agua con el que son iniciados en la fe dentro del primero de sus siete sacramentos.

Posteriormente los padres recibieron un pequeño paño blanco que colocaron sobre sus hijos, símbolo de la vestidura que significa que el bautizado "ha resucitado con Cristo".

Y luego, uno a uno, cada padre se acercó al Cirio Pascual colocado cerca del papa para encender una vela destinada a cada uno de los bautizados, momento que, en el rito católico, significa que Cristo ha iluminado al néofito.

Tras la administración del bautismo comenzó la celebración de la eucaristía, que el papa ofició en el altar central y de espaldas a los congregados, como se hacía en el rito antiguo y que fue modificado tras el Concilio Vaticano II (1962-1965).

El acto, que comenzó a las 09.30 horas locales (08.30 GMT) y duró casi dos horas, estuvo presidido por el papa y concelebrado por tres arzobispos y un obispo.