¿Han escuchado la frase “el deporte y la política no mezclan”? A través de los años la sociedad ha luchado para separar el uno del otro. Pero no siempre ha sido así. Desde hace tiempo el deporte, la política y la realidad social han estado relacionados.

Por siglos la actividad deportiva y el entretenimiento han sido utilizados en muchas ocasiones como forma de distracción pública para desviar la atención de la gente de los problemas económicos, esconder males sociales y malos gobiernos, la corrupción, la lucha de clases, la desigualdad y la pobreza. A continuación un poco de historia.

En 1945, Branch Rickey, gerente general de los Dodgers, se reunió con Jackie Robinson para plantearle la posibilidad de jugar con la novena. Pero no fue hasta el 1947 cuando Robinson debutó con Brooklyn rompiendo la barrera racial en el deporte.

El pasado 28 de agosto se celebró el día de Jackie Robinson para conmemorar el momento histórico. Normalmente, se llevaba a cabo el 15 de abril pero la pandemia y una temporada de Grandes Ligas reducida forzaron la nueva fecha uniéndose a la conmemoración del aniversario de la Marcha en Washington de 1963, en la que Martin Luther King pronunció su famoso discurso de “Yo tengo un sueño”. El momento no pudo ser más pertinente.

Ante las manifestaciones que denuncian el racismo sistemático y la muerte en controversiales circunstancias de ciudadanos de la raza negra, el béisbol, la WNBA, la NBA no solo ha hecho expresiones públicas y de concienciación, si no que han provocado la posposición de partidos como medida de presión y expresión. Los atletas se han hecho sentir como entes sociales y líderes de un movimiento de justicia.

Miremos más atrás. En 1936 los Juegos Olímpicos de Berlín fueron usados por Hitler para promover el nazismo y la supremacía racial. Del otro lado, el corredor negro estadounidense Jesse Owens arrasó en varios eventos convirtiéndose en la respuesta política de occidente. Para el 1966 Cassius Marcellus Clay, luego conocido como Muhammad Alí, se negó a ir a la guerra de Vietnam declarándose “objetor por conciencia”, sacrificando el mejor momento de su carrera por defender sus ideales y convicciones.

En los Juegos Olímpicos de 1972, en Munich, el grupo palestino Septiembre Negro, una facción de la Organización para la Liberación de Palestina, mató a dos atletas de Israel y secuestró a nueve. Durante la guerra fría, Estados Unidos y la antigua Unión Soviética boicotearon las Olimpiadas de Moscú 1980 y de Los Ángeles 1984, respectivamente. El deporte también ha sido medio de diplomacia. En el 1999 EE.UU. y Cuba celebraron el primer partido de béisbol entre ambos países en más de 40 años, dejando a un lado la guerra fría. Hoy día algunos atletas y técnicos han boicoteado homenajes en Casa Blanca ante las políticas y acciones del presidente Donald Trump contra la comunidad hispana, latina e inmigrantes.

Entonces la política y el deporte, ¿sí mezclan? Cuando el deporte y sus componentes son utilizados como propaganda política o expresión de superioridad racial, venganza o terrorismo, definitivamente no. Pero los atletas no dejan de ser parte de la sociedad, seres pensantes e inspiración para estructurar una mejor convivencia. Lo que estamos observando de estos atletas es la expresión de figuras que más allá del deporte son ciudadanos y miembros de una sociedad. Ellos están decididos a ser ejemplos e inspiración por una causa y un pueblo.

Ya lo dijo el propio Jackie Robinson: " La vida no es un deporte para espectadores. Si te vas a pasar toda la vida en las gradas sólo observando lo que está pasando, en mi opinión, estás desperdiciando tu vida”.

Desde entonces han pasado más de 70 años y la injusticia racial y la desigualdad continúan. Es momento de salir de las gradas y dejar de ser meros espectadores.