Martes 16 de junio de 2020, una fecha que para bien o para mal quedará marcada en nuestra historia. Mañana entrará en vigor la más reciente orden ejecutiva de la gobernadora Wanda Vázquez Garced, que permite la reapertura de prácticamente todo el sector económico del País.

Entiendo que el gobierno tomó una decisión acertada al declarar un “lockdown” temprano una vez se tuvo conocimiento que la COVID-19 había llegado a la isla. Han sido aproximadamente unos tres meses muy duros donde la economía se paralizó, mientras el Gobierno y varias de sus agencias mostraron aciertos y debilidades. Hasta volvimos a ver el rostro repugnante de los buitres que viven del dolor de los desventajados.

Ha sido el pueblo que con paciencia, tolerancia y sabiduría literalmente a ciegas, mantuvo al margen la pandemia. Nuevamente nuestra gente se desbordó en ayudas para los más necesitados y en su enorme mayoría se convirtieron en héroes quedándose en casa.

No podían faltar quienes arrastraban el sartén a su braza y con métodos politiqueros antiguos repartieron ayudas de acuerdo a su conveniencia y aspiraciones. El pueblo los identificó y los hizo quedar como los egoístas y “yoístas” que son. El circo de la política no cambió, solo que esta vez cubrían sus rostros con mascarillas. Lamentablemente, tras el anuncio de la gobernadora, muchos se tiraron a la calle pensando que todo había terminado. Retomamos algunas malas costumbres como desafiar las leyes en las carreteras, llenar de basura nuestras playas y dejar a un lado las importantes medidas de salubridad que evitaron el colapso de nuestro sistema de salud.

Puerto Rico, llegó el momento de crecernos una vez más y ser nuevamente ejemplo a emular en el mundo. El gobierno, nuestro sector empresarial y nosotros en nuestro carácter individual tenemos que mantener los protocolos y crear nuevos, sabiendo que hay que vivir con el coronavirus.

A la vez debemos aprender del proceso, mantener unida la familia, ser solidarios con el vecino y aquellos que viven en desigualdad. Mirar al mundo desde una nueva realidad y reflexionar sobre los errores cometidos. Entender que las cosas más sencillas son lo que más valen. Que la vida es frágil, tanto que un virus microscópico nos paralizó y nos separó.

En medio de esta pandemia la naturaleza lució sus más bellos colores. Los animales salieron incrédulos ante el silencio en las calles y parecían celebrar la pureza del ambiente. Es tiempo de aprender a convivir con respeto y en armonía con el medio ambiente y hacer buen uso de los recursos naturales. Tenemos que “ser civilizados como los animales”. El virus más peligroso en la faz de las tierra es el ser humano. Eso debemos cambiarlo.

Nos falta mucho camino por recorrer, lecciones que aprender y procesos que vivir. A partir de mañana tendremos en nuestras manos la gran oportunidad de iniciar un cambio hacia la justicia, la igualdad, el progreso y una mejor calidad de vida.

Ese es el camino que debemos tomar. Si no aprendemos la lección caminaremos sólo a una dirección: “la misma”.