No es usual ver las torres del Hiram Birthorn encendidas para una práctica privada de un solo pelotero.

Antenoche sucedió. Allí estuvimos de testigos el colega de GFR Media, Joel Ortiz, y este servidor. Ambos disfrutamos y quedamos impresionados por el imponente despliegue de poder del súper prospecto boricua de las  Grandes Ligas, Carlos Correa.

El juvenil pelotero de Santa Isabel envió un sinnúmero de batazos por encima de la verja, a los bleachers y más allá, con una facilidad increíble. Tenía medida toda la verja del jardín izquierdo al central. A todo esto, sin batear un solo foul.

Sus palotes tenían un sonido muy particular. Cuando la pelota era castigada por su bate, aquello sonaba como si tiraran un cuartón de madera desde las alturas de una grúa. Este es un bateador de “potencia, distancia y frecuencia”, como lo hubiera descrito mi padre Héctor Rafael Vázquez.

Dos años y medio han pasado desde aquella histórica selección suya en el sorteo 2012 de MLB, por los Astros de Houston y su escucha, Joey Solá... first round, first pick...

Ya no es aquel jovencito recién graduado de escuela superior. Carlos Correa es todo un hombre, física y emocionalmente. Sus músculos ya se desarrollaron como los de un atleta adulto de alto rendimiento, dedicado y sacrificado. Sus batazos así lo evidenciaron. Igualmente quedé impresionado por su semblante, facilidad de expresión y seguridad al hablar. Sin dudas es un muchacho maduro y enfocado, un líder innato.

Mis amigos, aquí estamos hablando de un verdadero pelotero completo. Correa tiene no cinco, sino las seis herramientas, porque ese carisma y esa personalidad lo van a ayudar y a distinguir mucho.

Esto quiere decir que ahora serán al menos cuatro los bateadores de poder en ese line-up que potencialmente tendrá Puerto Rico en el Clásico Mundial 2017. Correa, Kennys Vargas, Javier Báez, y George Springer despuntan como cañoneros de larga distancia en las Mayores. A esos les añades el talento de Eddie Rosario, Kike Hernández, Francisco Lindor, Christian Vázquez, por mencionar a algunos, y no es para menos que estemos tan optimistas.

Esperen de Carlos Correa, a largo plazo, un impacto en el béisbol como el de quien fue la primera selección del sorteo dos años antes que él, o sea, en 2010, el hoy toletero de Washington, Bryce Harper.

Ojalá se prendan las luces del Bithorn para ver a Correa y compañía en uniforme patrio en ese próximo Clásico Mundial.