Al igual que otros renglones de la vida, la política contiene un alto nivel de capricho, terquedad e insensatez. Nos unimos a un colectivo tras simpatizar con un ideal, una visión de gobierno o hasta una filosofía moral. Así ha sido a lo largo de la historia.

Electores al fin, nos afiliamos con el convencimiento de que la colectividad política es la mejor alternativa. Con el tiempo entramos en decepción, al enfrentar otra realidad. Nuestro idealismo es un espejismo. No ocurre solo en Puerto Rico. Es un tema mundial.

Los partidos nacen, crecen y, finalmente, desaparecen, se transforman o, simplemente, se tornan inconsecuentes. El problema es que somos seres humanos con virtudes, defectos y ambiciones. La razón muchas veces no convence. El disparate se impone, incluso a lo racional. Es por ello que se sucumbe a la corrupción, gansería y favoritismo. Colocar en un primer plano lo que me conviene a mí, en lugar de a quien juré defender o servir. El actuar así, sin duda, lesiona a las colectividades, llenando de frustración a seguidores. Es así como se rompen los corazones. Veamos ejemplos. Comenzamos con Ponce.

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El Nuevo Día saca a relucir que el alcalde suspendido Luis Irizarry Pabón, quiere cambiar los “muñequitos” de un acuerdo que firmó en diciembre pasado con el presidente del partido. Desea más tiempo, en lo que se ventila la vista preliminar pautada para marzo. Solicita al menos, dos semanas adicionales, en lo que se atiende su situación antes de dejar o no su aspiración.

Existen dos problemas con el asunto. La posposición de su vista judicial se hizo a petición de su propia defensa y no por parte de la fiscalía. Claro, la defensa tiene otros intereses y lo menos que piensa es en un acuerdo político. Lo segundo es que todos saben que esa vista preliminar no va tomar ni uno, ni dos días, pues la costumbre es que se convierten en un juicio que se alarga, pospone e interrumpe. Lo menos que le conviene al PPD es alargar el asunto manteniendo la incertidumbre y un “field day” de escandalosos detalles que propiciarán múltiples heridas políticas.

Es así como se practica el Harakiri. El término llega del Japón y es cuando los antiguos soldados preferían suicidarse antes de rendirse a sus enemigos. Políticamente, es lo que hace Irizarry Pabón, se aferra al poder. Con esto, se alienta la división en una importante plaza. Los populares casi adjudican que si pierden Ponce, lo pierden todo.

Pienso que su problema es aún mayor. Mayagüez, San Juan y sus finanzas acusan que los populares están débiles en su ambición de regresar al poder. Sin embargo, los rojitos no están solos. Sus “hermanos” penepés también practican el arte de cortar su vientre con una espada filosa. Mientras caminan a una primaria, como dos trenes sin frenos listos para colisionar, hacen “agosto” en lo que era su distrito senatorial más sólido: Bayamón. Ese distrito tiene el cantazo que les dejó Ángel Pérez, la mejor versión masculina de la “mosquita muerta”. Su caso de corrupción aún no se ha cerrado del todo por sus constantes apelaciones. Al hacer cada movida judicial y que la misma trascienda públicamente, fomenta que se recuerde su foto con “la yunta de pasteles”.

La corrupción es una bomba atómica para los electores.

En Toa Alta, los novoprogresistas se han disparado en el pie. Un paso de carretera cerrado y que, al parecer, no han querido atender con premura buscaba hacerle daño al alcalde popular. Al hacerlo, tienen encocoraos a todo el mundo, incluyendo a sus electores.

Para colmo de males, una foto tomada en un acto deportivo en Toa Baja, en la que se observa al alcalde Bernardo “Betito” Márquez junto a Manuel Natal y al hijo del ejecutivo municipal, “Betitito” Márquez, encendió la furia de un importante líder azul. El expresidente senatorial Thomas Rivera Schatz soltó su larga lengua en las redes sociales para despotricar su correligionario. Le imputó ser “vedetto”, maratonista y mal administrador. La ira del legislador nace porque, al parecer, “Betito” está haciendo campaña por su hijo para senador por el distrito. Poco importa la línea parental. Poco importa si son padre e hijo. Aquí lo que importa es que Márquez cometió el pecado mortal de NO ser hombre de partido y endosar a los senadores del PNP.

Así las cosas, se suelta un buche de sangre para llevarse por medio todo. Así de irracional puede ser la política. La vida sigue su curso y ante nuestros ojos, se van desvaneciendo poco a poco dos importantes partidos. El tiempo dirá.