¿Recuerdas tus clases de español?

Los verbos con sus pretéritos pluscuamperfectos, los subjuntivos, gerundios y participios.

Las preposiciones que debías memorizar como un poema de Neruda. ¿Te acuerdas todavía?

A, ante, bajo, cabe…

Y, claro está, la bendita ortografía con todos los elementos de su sistema: el abecedario, los acentos, los signos de puntuación, las mayúsculas y minúsculas, las abreviaturas… En fin, todo lo que se escribe.

En los talleres corporativos que ofrezco, me percato de que las personas arrastran muchas dudas con respecto a la corrección ortográfica. ¿Qué palabras ya no llevan tilde? ¿Cuándo debo usar la coma? ¿En qué ocasiones es útil el punto y coma? ¿Los puestos como ‘presidente’ y ‘gobernador’ se redactan con mayúscula? ¿Cuándo los números se escriben en dígitos y cuándo en palabras? Son muchas las dudas, sobre todo porque algunas normas que aprendimos en la escuela han cambiado recientemente.

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En la columna de hoy voy a compartirte tres datos ortográficos que espero te ayuden a aclarar algunas de tus dudas. El tema es amplio, por lo cual harán falta más columnas para seguir profundizando con otros temas.

  • Las monosílabas, por norma general, no llevan signo de acentuación. Por lo tanto, nunca le pondrás una tilde a palabras como dio, fue, fe, guion. Hay unas excepciones, sin embargo, con palabras de una sola sílaba que pueden ser átonas (sin fuerza de pronunciación) o tónicas (con fuerza de pronunciación), según su uso. Por ejemplo, el de afirmación lleva tilde porque su pronunciación es tónica (“claro que sí”), a diferencia del si condicional que no lleva tilde porque su pronunciación es átona (“si no me ayudas, me voy”). Di ambas oraciones en voz alta y te darás cuenta de que el primer ‘sí’ lo pronuncias con más fuerza que el segundo. Lo mismo pasa con otras monosílabas como , , él, , , , más, qué, cuál y cuán que llevarán acento gráfico en algunos usos que las convierten de átonas a tónicas (“esta es mi casa” (aquí ‘mi’ es un adjetivo átono) frente a “esto es para mí” (aquí ‘mí’ es un pronombre posesivo tónico).
  • Los puestos y los títulos de cortesía se escriben en minúsculas: “El presidente de la empresa es mi amigo”, “El alcalde Juan Pérez no vino a la fiesta”, “El papa está en Roma”, “La licenciada González fue al tribunal”, “Mi santo favorito es san Pedro”. Fíjate que, en todos los casos, los puestos y los tratamientos se escriben en minúsculas, esté o no esté seguido por el nombre de la persona. La razón es lógica: solo se escriben en mayúsculas los nombres propios. Los puestos de ‘presidente’, ‘alcalde’, ‘papa’ y los títulos de ‘licenciada’ y ‘san’ son nombres comunes y genéricos. Por lo tanto, no se deben escribir en mayúsculas. Recuerda: las mayúsculas se usan para diferenciar los nombres propios de los nombres comunes, no para denotar importancia o rango. Es así de simple.
  • Se acepta simplificar algunas palabras que tienen vocales dobles o consonantes juntas que no son típicas del español. Por ejemplo, puesto que no se pronuncia la doble ‘o’ en la palabra microorganismo, se acepta (y se prefiere) la simplificación de microrganismo, con una sola ‘o’. Esto no aplica a otros casos, como en la palabra microondas, porque ahí sí pronunciamos la doble ‘o’ y hay que escribirlas. En el caso de las combinaciones de consonantes que provienen del griego o del latín, como psicólogo, obscuro y postgrado, se acepta (y se prefiere) la simplificación, tal y como las solemos pronunciar: sicólogo, oscuro y posgrado.

En futuras columnas, prometo aclarar otras dudas ortográficas.

¡Hasta la próxima clase!