José Juan Barea ha vivido momentos inolvidables en su paso por este mundo: una sortija de campeón en la NBA, una medalla de oro en Juegos Centroamericanos y del Caribe y múltiples reconocimientos a nivel nacional e internacional. Pero nada se compara con la emoción de ver nacer a sus dos retoños, Sebastián y Paulina, y de ser el armador del “juego” más importante de su vida: ser padre.

“No hay nada como ser papá. Nada. No hay forma de describirlo y le doy gracias a Dios porque tengo dos hijos espectaculares. Son niños que se disfrutan cada momento. Son felices”, aseguró Barea, quien se convirtió en padre por primera vez a los 27 años.

Sebastián, de cinco años, es fruto de su pasada relación con la ex reina de belleza y actriz Zuleyka Rivera y la pequeña Paulina, de un año, de su esposa la modelo Viviana Ortiz. 

El armador de los Mavericks de Dallas en La NBA resaltó cómo la figura de su padre, Jaime Barea, fue su modelo a seguir y cómo su estrecha relación le ayudó a la hora de convertirse en papá.

“Mi papá para mí es todo. Mi mejor amigo, mi compañero, el que me ha acompañado hasta el día de hoy, el que me carga. Sin él yo no sería quien soy hoy. Así que yo tenía un buen ‘coach’. Por eso, ahora que soy padre, si logro ser la mitad de lo que fue él, creo que voy a hacer bien las cosas”, destacó el también dirigente de los Indios de Mayagüez, su pueblo natal. 

Barea, quien estuvo presente en el alumbramiento de sus dos hijos, aceptó que su entorno dio un vuelco de 180 grados tan pronto fue papá, pero insiste en que no lo cambiaría por nada del mundo. 

“Mi vida cambió totalmente. Antes todo era yo primero. Ya cuando llegó Sebastián, todo era para él. No hay un momento en que y no piense en Sebastián y ahora también en Paulina. Todo lo que hago en mi vida ahora, es por ellos”, destacó.

El reconocido jugador confiesa que disfruta llegar de algún partido y jugar con sus dos retoños cuando están con él (Sebastián vive con su mamá) y pese a su difícil calendario como jugador disfruta al máximo cada momento que tiene con ellos.

“Lo más que me gusta es ver a Sebastián mirando a Paulina y Paulina mirando a Sebastián. ¡Ese amor de hermanos es increíble! Paulina ve llegar a Sebastián y siente que entró Dios por la puerta. Y Sebastián la adora también. Eso me hace sentir muy bien”, subrayó.

Al ver a sus dos pequeñines, Barea logra identificar en ellos aspectos suyos, a pesar de su corta edad.

“La nena es pequeña todavía, pero en Sebastián veo la pasión por los deportes, especialmente el baloncesto. Le apasiona de verdad. Así que, por ese lado, ya tenemos una batalla ganada. Otra cosa que noto en los dos es que viven contentos, siempre se están riendo. Se lo gozan todo y comparten con todo el mundo, como yo”, detalló Barea, quien planea pasar el día de los padres en Puerto Rico junto a sus dos hijos y su familia en Mayagüez.

De cara al futuro, Barea sabe que a Sebastián y a Paulina le queda toda una vida por delante. Y tal como hizo su padre, él quiere estar para ellos en todo momento.

“En diez años me veo yo detrás de ellos. Ahí voy a tener mucho tiempo. Ya espero estar retirado y quiero estar velando por su futuro y disfrutándome sus vidas. Nada me daría más satisfacción”, sentenció.