Cinco años han pasado desde que Carlos Delgado jugó por última vez en el béisbol organizado.

Y aunque todavía extraña competir al más alto nivel, el aguadillano confiesa que disfruta al máximo su nueva vida como padre y esposo a tiempo completo, una tarea que realiza como toda una superestrella de Grandes Ligas.

“Ahora tengo más trabajo que cuando jugaba”, confesó Delgado entre risas en un aparte con Suroeste.

“Mi vida actual es bastante balanceada. Yo soy un tipo familiar. En estos cinco años que llevo retirado me he incorporado a la dinámica de los niños”, añadió. 

En efecto, sus días todavía inician bien temprano en la mañana, tal como lo hacía cada vez que llegaba el tiempo de los entrenamientos primaverales en las Mayores.

Pero en vez de dirigirse al estadio, va a la escuela a llevar a sus pequeñines, Carlos Antonio, de nueve años y Mariana, de siete. 

Durante el día labora en asuntos relacionados con su fundación Extra Bases, que apoya a individuos y entidades que ofrecen distintos servicios a los más necesitados.

Y en la tarde, la atención vuelve a ser para sus pequeñines.

“Los lunes y miércoles, Carlos Antonio tiene fútbol; los martes y jueves Mariana tiene voleibol y los fines de semana son los juegos, así que estoy todo el tiempo con ellos”, sostuvo.

Aunque tiene su residencia en Dorado, Delgado no deja de visitar a su natal Aguadilla y cada vez que tiene una oportunidad, se escapa para el oeste. 

“Siempre voy a Aguadilla a visitar a mis padres y a hacer cosas. Soy aguadillano full. Ahí me crié y me formé y disfrutamos venir juntos en familia. Todavía tengo una residencia allí y las oficinas de mi fundación también están en Aguadilla. Así que nunca he dejado de ir a mi pueblo”, destacó.

En el 2011 anunció oficialmente su retiro. Sin embargo, no ha dejado del todo el deporte que ama, ya que trabaja a tiempo parcial con la organización de los Azulejos de Toronto como instructor y espera formar parte de los nuevos Tiburones de Aguadilla en el beisbol profesional boricua. 

“La ventaja es que ahora duermo todos los días en mi casa y la agenda la hago yo”, indicó.

“A mí me encanta la pelota. Lo único que extraño y lo puedo controlar es la competencia. Ese reto entre tú y el lanzador, es algo que no todos entienden y es, quizás, de las cosas que más extraño. Pero lo demás no. Los viajes, dormir en hoteles, el ‘spring training’, los juegos que se van a entradas extras, los días bien fríos y los días bien calientes, no los extraño para nada”.

Ahora  se mantiene conectado a lo que pasa en las Grandes Ligas a través  de los boricuas y también de su antiguo equipo.

“Sigo los muchachos de aquí. Veo como está (Carlos) Correa, (Francisco) Lindor, Yadier (Molina) y Ángel Pagán. Sigo a Toronto”, destacó.