La crisis económica comienza a afectar el arte, del mismo modo en que ha afectado al resto de los renglones de la economía.

El reconocido tallista Pedro Pablo Rinaldi, argumentó que la falta de promoción de los festivales de tallas, así como la crisis económica está afectando a los artesanos en todo el país.

“Lamentablemente la situación económica no va a poder hacer que los participantes recuperen el costo de su trabajo”, expresó Rinaldi, quien considera que los eventos culturales deben contar con la misma promoción que los conciertos de artistas internacionales.

La más reciente  experiencia que lo evidencia fue el Séptimo Encuentro de Tallistas de Santos, Domingo Orta, en la Plaza Las Delicias en Ponce, a donde acudió poco público.

Sin embargo, los tallistas entienden que no solo esa actividad dedicada a la excelencia de las tallas de Orta, fallecido hace 9 años en Ponce, sino que la experiencia se está repitiendo en otros festivales alrededor de la isla.

Aunque la talla de santos tuvo su auge a finales del siglo XIX, y se extendió hasta el siglo XX, durante las primeras dos décadas de este siglo parece que el fervor ha mermado a juzgar por los resultados que ven cada fin de semana los tallistas de la isla.

El tallista indicó que también se debe educar sobre la importancia de respaldar la cultura puertorriqueña, así como también valorar las tallas del país sobre las que se realizan en otras partes.

Mientras tanto, Jorge Arroyo, con 5 años de experiencia en tallas, consideró que la falta de respaldo no solo se debe a la crisis económica sino a que la cultura ha cambiado.

“La cosa está floja desde hace varios años, hay años con mejor aceptación, hay años buenos y otros malos, este ha sido bien flojo, de esto no se puede vivir”, comentó Arroyo.

“Los gustos de la gente también han ido cambiando y las tiendas por departamentos están vendiendo artículos que la gente piensa son artesanías, y son cosas hechas en China con materiales pobres y en masa”, explicó Arroyo.

Para Edgardo Santiago, un ponceño que lleva dos décadas dedicado a la talla de santos, su motivación es seguir tallando aunque la venta no sea mucha, ya que por lo menos conoce otras personas y otras técnicas de tallar de otros tallistas.

“Por lo menos uno conoce gente, a mí me entretiene mucho la talla”, expresó el tallista a través de un artefacto que reproduce su voz.

Acompañado de su esposa Milagros Santiago, el veterano tallista continuó tallando santos desde su espacio bajo la carpa blanca que fue colocada en la plaza Las delicias para que pudieran exhibir sus obras.