Por un momento fueron las venas del país por donde transcurría la materia prima que mantenía viva la economía de Puerto Rico y conectaba las ciudades de San Juan y Ponce a través de toda la parte oeste de la Isla.

Hoy son solo cicatrices que nos dejó la historia de un sistema de transporte que murió junto con la industria de la caña de azúcar. Son las antiguas vía del Ferrocarril de Circunvalación, conocido también como el tren de Puerto Rico, aquel que le tomaba todo un día desde la Capital hasta la Ciudad Señorial, pero que vitalizaba a toda una región a través de sus rieles.

A pesar de que hace más de medio siglo que ya no está en servicio, todavía hay lugares donde pueden verse los rieles, las paredes y las paradas de descanso por donde pasaba la locomotora con sus vagones, algunos llenos de gente, otros de caña y otros frutos agrícolas.

Y es en la zona oeste donde más pueden apreciarse esos vestigios de nuestra historia.

“El tren era la columna vertebral de la comunicación de es te país y las centrales utilizaban el tren para acarrear caña. Originalmente salía de San Juan y terminaba en Camuy. Eso fue hasta 1904, porque había un accidente histórico del Río Guajataca. Era difícil hacer un puente tan extenso. Pero entonces desde Isabela volvía el tren hasta Ponce. O sea, que prácticamente había dos trenes”, recordó Benjamín Nieves, historiador y director del Centro Cultural de Aguada.

“Así seguía el borde de la costa, por Isabela, Aguadilla, Aguada, Rincón, Añasco y Mayagüez. En el caso de Añasco, pasaba cerca de lo que es hoy la carretera número dos y tenía una estación cerca de donde está hoy el puente de Añasco. Para conectarlo, había algo que se llamaba un ferrocarril de vía estrecha que llegaba hasta Altozano en San Sebastián. El plan era llevarlo hasta Lares, pero nunca llegó”, puntualizó.

El Ferrocarril de Circunvalación fue originalmente construido por los españoles. El plan era construir cuatro líneas distintas que conectaran prácticamente todo el país. La primera línea en inaugurarse fue la que transcurría entre San Juan y Manatí. Luego se extendió hasta Arecibo y Camuy. 

Bajo el gobierno estadounidense se crea la American Railroad Company of Puerto Rico y aprovechando el boom que significó la economía agrícola en la Isla, el tren logró conectar el norte con el sur a través de toda la costa oeste y transitaba por las principales centrales azucareras de la Isla. Para facilitar el traslado, se construyó el túnel de Guajataca y también se extendió el tren de Hormigueros hasta Yauco y de ahí a Ponce.

Sin embargo, con la llegada de la industrialización y el cambio en la economía en la Isla, también se transformó la forma en que los puertorriqueños se transportaban. Comenzaron a construirse carreteras, llegaron los automóviles y los camiones de carga, que afectaron la utilidad del tren.

“Llegaron compañías automotrices y petroleras de Estados Unidos con el cuento de que la carga había que moverla en camiones porque era más efectivo y los gobiernos le creyeron los cuentos de sirenas”, recordó Nieves. 

Para 1953 ya estaba suspendida la mayoría de los servicios de pasajeros y se mantuvo cuatro años más con fines exclusivamente comerciales, mayormente para el transporte de caña.

Algunos tramos se siguieron utilizando por más tiempo, pero el fin principal, de conectar San Juan con el área sur, ya había dejado de existir.

“Actualmente quedan muy pocos lugares donde se pueden ver algunas líneas de los rieles”, destacó Nueves.

En efecto, además del reconocido túnel de Guajataca, todavía pueden verse algunas vías del tren en Aguada, cerca de la antigua Central Coloso. En Rincón pueden apreciarse parte de la ruta por donde pasaba la máquina a través de to da la costa y también se conserva la cambija, un depósito de agua que servía para suplir a las locomotoras de vapor.

Mientras, en Añasco pueden apreciarse algunos rieles cerca de la playa y en Mayagüez casi a la entrada del pueblo, entre muchos otros lugares.

Según Nieves, si en Puerto Rico se hubiera conservado los espacios por donde transcurría el tren, hoy hubiese sido la base para la posible construcción de un nuevo sistema de transporte colectivo que hubiera impactado a toda la Isla.

“Lo peor es que vendieron las servidumbres y llegaron compañías que compraron, arrancaron las vías del tren y se las llevaron. En Costa Rica, en Panamá y en México, hicieron los mismo, pero la servidumbre la respetaron y por eso en Panamá están reactivando el antiguo tren. Aquí en Puerto Rico no se va a poder hacer, a menos que utilicen parte de la carretera número dos y del expreso para mandarlo por ahí”, recordó el director del centro cultural aguadeño.

“Esto es como si fuera advertencia del grave error que cometieron los políticos de la época. Siempre van a aparecer personas con proyectos que suenan maravillosos, pero que al final, los deja incautos y a la postre, se afecta el país entero”, sentenció.