El 7 de octubre de 1985 Puerto Rico se paralizó debido a las intensas lluvias que provocaron mucho dolor.

Pero fue en el sector Mameyes, de la Cantera de Ponce, donde más se sintieron, así como el sector Paso Seco, en Santa Isabel, pues un puente de la autopista Luis A. Ferré se desprendió y en la oscuridad de la noche perecieron unas 30 personas cuyos automóviles cayeron a las aguas de una quebrada. Muchos de los cuerpos no aparecieron.

En el sector Las Batatas del barrio El Tuque de Ponce, las aguas arrastraron a varias familias y murieron alrededor de 15 personas.

Para que no se olvide lo que ocurrió ese día, el abogado Juan José Nolla ha publicado junto a su esposa, Elizabeth Silén Afanador, el libro Recordando a Mameyes, donde exploran las características del barrio y el fatídico 7 de octubre.

Nolla, abogado nacido en Arecibo, y Silén Afanador, enfermera de San Juan, no estuvieron en Ponce ese día, pero lo que ocurrió los conmovió de tal manera que cada aniversario los invita a la reflexión. 

“Nosotros no vivimos en Ponce en ese momento, pero supimos lo que ocurrió ese día y siempre hemos tenido la preocupación de que eso se pueda repetir, y por eso hemos publicado el libro”, indicó Nolla.

De hecho, admitió que en numerosas   conversaciones se han dado cuenta de que mucha gente desconoce lo que pasó ese día, especialmente los estudiantes. 

“Hemos visto cómo hay personas que no saben lo que ocurrió en Mameyes y hasta desconocen que Mameyes fue una comunidad de unos mil habitantes de Ponce”, agregó el abogado que se dedicó a entrevistar sobrevivientes, así como a rescatistas para redactar la obra.

El pasado viernes se realizó un acto de recordación en Ponce, al cumplirse 31 años de la tragedia. 

Nolla recalcó que en el lugar donde murieron decenas enterrados por el lodo en Mameyes, se construyó un monumento, pero el mismo ha sido vandalizado, abandonado y profanado. 

Fueron muchos los cuerpos que no pudieron ser rescatados, ya que al ocurrir a las 3:30 de la madrugada, el derrumbe tomó al sector por sorpresa.

Se estimó que unas 175 residencias fueron sepultadas.