MÚLTIPLES víctimas de violencia doméstica en el sur tuvieron que refugiarse con sus agresores tras el paso del huracán María, al no contar con un albergue en la región que atienda este tipo de emergencias.

La situación provocó nuevos episodios de agresiones, ya que las féminas no hallaron otra alternativa que regresar a la misma vivienda de donde una vez huyeron a causa del maltrato. Otras volvieron por no contar con el servicio de energía eléctrica en sus respectivos hogares.

De acuerdo a la coordinadora del Programa Esperanza Para la Familia del Departamento de Salud Municipal de Ponce, Emily Rivera Rivera, actualmente la zona sur carece de una estructura que cobije a las féminas víctimas del maltrato.

El escenario se agravó en el 2014 cuando cerraron el albergue que tenía Casa Protegida Julia de Burgos en la Ciudad Señorial, porque la institución se quedó sin fondos para operar.

“En este momento, casi ningún albergue tiene todas las capacidades para poder mantener a las víctimas 24/7 en el hogar, casi todos están en el norte y otros en el oeste, pero como funcionan con propuestas se convierten en albergues intermitentes. Lo más cercano es el Hogar Nueva Mujer en Cayey, el único que estuvo funcionando durante la emergencia del huracán”, expresó Rivera.

La funcionaria explicó que el proceso para albergar a una víctima de violencia doméstica en Puerto Rico es cuesta arriba, más aún en el sur. Al punto que han tenido que relocalizar fuera del país a más de una decena de mujeres cuyas vidas corren peligro.

“Una de las problemáticas que hubo aquí durante el huracán, fueron víctimas que regresaron a las casas de los agresores una vez se habían separado porque ese agresor tenía recursos, porque la casa estaba en un lugar más seguro, tenía una planta eléctrica o porque vivía en un sector donde la luz regresó. Esto porque no había disponibilidad de albergue ni de servicios, agencias cerradas y la gente se sentía desprotegida, desamparada”, explicó Rivera.

“Otras le abrieron la puerta a los agresores porque eran los padres de sus hijos y estaban en unas situaciones precarias y entonces los albergaron en sus casas. Eso dio paso a nuevos eventos de violencia doméstica”, lamentó al agregar que el programa que coordina reinició la prestación de servicios un día después del paso del fenómeno atmosférico.

Mientras que personal de la Casa Protegida Julia de Burgos afirmó en declaraciones escritas que “en 2014 nos vimos en la necesidad de cerrar el albergue de Ponce por falta de fondos que subvencionaran el proyecto”.